BLANCA (SEGUNDA PARTE)

Si te perdiste la primera parte o simplemente quieres recordarla, la encontrarás aquí.

------------------------------

Era una mujer excepcional. 

Durante los días previos a la ejecución del encargo, Malko se había convertido en la sombra de Blanca; los ojos que no la perdían de vista en ningún momento, siempre estudiándola, siempre aprendiendo de ella. 

Cuando sus trabajos requerían una ejecución inmediata siempre se preguntaba qué se merecía la víctima. ¿Algo rápido y sencillo o algo más cruel y retorcido? Con Blanca, Malko se preguntaba qué clase de mente insana podría querer hacer llorar a un ángel. 

Blanca era culpable, desde luego. 

Culpable de levantarse bien temprano todos los días para ayudar a su madre en lo que hiciera menester; no holgazaneaba, era muy disciplinada y trabajadora. Orgullosa, en un mundo de hombres caminaba con la cabeza bien alta y con paso firme, tranquilo, sabedora que nunca le pertenecería al Mundo salvo a ella misma. Y pese a ese carácter, que muchos tildarían de altivo, Blanca siempre regalaba una sonrisa cándida, sincera que no era más que la representación de la cercanía y la humildad. 

Era culpable de ser lo suficientemente responsable para llevar una casa adelante, trayendo un jornal. Tras la muerte de su padre, Blanca buscó trabajo como sirvienta en varias casas de bien de la ciudad, con magníficas cartas de recomendación cuando sus servicios ya no eran requeridos. Su buen hacer y el amor que le ponía a todo la llevaron a trabajar en la casa de un militar retirado como una especie de profesora para los hijos de este. Los niños tenían auténtica pasión por ella. 

Uno de esos días, Malko se hizo pasar por un viejo conocido del militar, por supuesto, este no le reconoció pero bastó citar algunas hazañas para que fuese bien recibido. Allí, la mirada del ángel se encontró con la del demonio, no significó nada. Pero el dulce gesto que hizo ella de pasarse la mano por el vientre lo significó todo. 

Sí. Blanca era culpable. 

También era culpable de amar en secreto a otro hombre. Alguien a quien leía todas las noches antes de irse a la cama, cuya esencia guardaba con mimo en una pequeña caja de latón, y a quien veía todas las semanas al amparo de la oscuridad de un cine o en la clandestinidad de alguna pensión de mala muerte, donde Blanca desnudaba su alma y Malko desviaba la vista y el corazón. 

Blanca era culpable de ser libre. 

Y cuando al llegar aquella noche descubrió a su madre aterrorizada y a Malko que la esperaba tras la puerta, apuntándola, supo, sin perder la entereza, que iba a pagar por ello.

(Continuará)

En la sombra, un hombre con sombrero y gabardina espera entre las sombras
Imagen by Terceravia.mx

Comentarios

Entradas populares