FUISTE

Fuiste... eres el primer recuerdo de mi vida,
con tu mata de pelo despeinado. 
Tan pequeño. 

Ya antes de nacer eras especial. 
Tu sonrisa eterna y esos ojos rasgados
eran irresistibles. 

Crecí... crecí demasiado.
Y me fui lejos.

Y lejos estaba cuando te marchaste,
en un día radiante, sin avisar.
Sin despedirte.

Sé que ya no padeces
dolor alguno o tristeza.
Y, sin embargo,
                              no siento alivio.

Ya son tres años,
y nada ha vuelto a nacer. 
Sólo se me va instalando, hiriente,
la ridícula idea de no volver a verte.

El tiempo avanza, inexorable, 
sin conceder un sólo instante
a la debilidad.

Se me antoja increíblemente cruel
nuestra capacidad de soportar
todo el peso del mundo sobre los hombros
y seguir adelante.

Cómo se mezclan 
la supervivencia 
                         y 
                            el desconsuelo.

Te quise desde tu primer aliento hasta el último. 

Dame la mano.


*Estos versos vieron la luz por primera vez el 27 de enero de 2018.


Mi mano y antebrazo, donde llevo tatuado el nombre de mi hermano en árabe, en varios tonos, buscando la suya.
Imagen by Rocío Liáñez Andrades

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