LA NOCHE DEL ÁNGEL (TERCERA PARTE)


Si te perdiste la segunda parte o simplemente quieres recordarla, puedes encontrarla aquí.

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Llegaron en la madrugada, tomando todas las precauciones propias de los profesionales. Pero Lev Malko había tomado las suyas…

Malko sabía que lo mismo que habían querido matar a la chica, también había gente que la quería con vida; lo cual era indicativo de que volverían a intentarlo y muy pronto. Y con muchos más efectivos. Por ello decidió usar a la chica, Marcia, como cebo. La dejó dormida en su habitación y él había ocupado la habitación vacía del fondo, cuya ventana daba a la única calzada de acceso al hostal. 

Eran diez, iban con gorras y pañuelos tapándoles parte del rostro. Malko supuso que vinieron en dos coches que habrían aparcado varios metros atrás, para no llamar la atención. Ninguno de los diez fumaba, lo que quería decir que eran profesionales ya que en la oscuridad la brasa sería como pintarse una diana en el cuerpo (Malko lo había aprendido muy bien en la Guerra); ninguno hablaba o vacilaba al andar. De entre las sombras, surgió la silueta de un hombre alto con un rifle de francotirador colgado del hombro. Se reunió con uno del grupo y le dio instrucciones. 

Malko fue despejando dudas al respecto: Si el francotirador era el mismo que la había salvado, esa gente no venían a hacerle daño. Venían a por él, lo interpretaban como una amenaza. ¿Por qué? No lo sabía. ¿Y quién coño era ella para que intentasen matarla y ahora hicieran todo este despliegue para rescatarla? No tenía sentido…

La luz que entraba por la puerta entreabierta de la habitación se hizo más tenue. Ya estaban dentro. Afinando el oído pudo escuchar dos pequeñas detonaciones producidas con silenciador, habrían asesinado a los regentes. Escuchó susurros en otro idioma. Ucraniano, tal vez. Malko se asomó para ver qué estaban haciendo. Dos habían entrado en la habitación de ella. Marcia salió por su propio pie e hizo una indicación de que mirasen en la habitación del fondo, donde él estaba.

Malko se preparó.

Dos hombres echaron la puerta abajo, Malko desde el marco de la misma propinó un fuerte golpe al primero y este al echar el cuerpo atrás, desestabilizó al segundo. Como un acto reflejo, se dio cuenta de que un tercero estaba entrando por la ventana y utilizó el cuerpo del primero para parapetarse al ver que un destello metálico buscaba su cuerpo como blanco. La Beretta 98 FS que Malko había cogido como precaución rugió con fiereza una vez. Y en la frente del agresor que surgió de la ventana nació un nuevo ojo, oscuro y siniestro.

Lev Malko se asomó a la ventana y vio cómo los hombres corrían con la chica. Malko estaba dispuesto a tener respuestas aunque por ello tuviera que matar a media población. Estaba cansado de aquella maldita noche de locos. ¿En qué carajo se había metido?

Cogió el cuerpo del segundo agresor que se estaba recuperando en el pasillo del primer golpe. Sin mediar palabra, le descerrajó un disparo en la pierna. El ucraniano lanzó un fortísimo alarido de dolor. Malko no lo silenció, se arrodilló junto a él , se pasó una mano por el rostro para enjugarse el sudor y aclarar sus ideas sobre la mejor manera de obtener información. Le introdujo un dedo por el orificio que le acababa de abrir.

En un dialecto del mismo idioma, Malko le hizo comprender:

- ¿Dónde la llevan?

El hombre no quiso hablar y Malko repitió la operación y la pregunta.

- A casa de Octavia… Octavia Caballero. 

- ¿Es la hermana de Marcia? – Preguntó extrañado el asesino. 

- No… No – contestó negando con la cabeza -, es su madre… Ella nos paga.

- ¿Os paga para matarla?

El ucraniano comenzó a reír y Malko presionó de nuevo en la herida. 

- La CIA descubrió el plan “Apache”… Y querían a Marcia muerta… - Comenzó a sonreír de nuevo -. “Apache” tiene flecos y tú eres la… solución –hizo una pausa -, la solución que cayó del cielo… Esto no es más que una prueba.

La cosa comenzaba a cuadrar en la mente de Malko. Se maldijo por su asquerosa mala suerte. Así que existía un plan que interfería en los intereses americanos e incluía a agentes del NKVD, el aparato del espionaje soviético…

Lev Malko tomó una decisión en ese mismo instante, el clan de los Caballero se había ganado un enemigo en ese mismo instante y haría lo posible por acabar con ellos. Madre e hija morirían a sus manos por haberle tomado el pelo de aquella manera. 

Lo último que hizo el ucraniano fue dar la dirección de la casa y reír. Reírse en la cara de Malko. Este estaba acostumbrado a ese tipo de reacciones y lo soportaba, pero su automática no.

(Continuará)

Un hombre acopla un silenciador a su pistola automática
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