LA NOCHE DEL ÁNGEL (SEGUNDA PARTE)
Si te perdiste la primera parte o simplemente quieres recordarla, puedes encontrarla aquí.
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El tiempo y la oscuridad de la noche ofrecieron una cobertura perfecta para que Malko y la chica pudieran escapar de la playa, lejos de la mirada mortal de aquel rifle que les acababa de salvar la vida. También lo fue para que Malko se las arreglase y consiguiera colar en el hostal a la muchacha.
Tras un breve momento incómodo en el que ambos se desnudaron para ponerse algo de ropa seca, permanecieron sentados uno en el borde de la cama y el otro en una silla frente a la misma; los dos ensimismados en sus pensamientos. Él con semblante serio, la mirada fija en el suelo. Ella lo observaba con curiosidad.
- No le he dado las gracias.
- No tiene por qué – repuso al instante, como si tuviese la respuesta ya lista.
- Si no hubiera estado usted allí… Supongo que ya una no puede siquiera darse un baño tranquila – comentó ella, a manera de broma, como intentando darse ánimos y cortar el hielo entre ambos. Rápidamente añadió-. Mi nombre es Marcia Caballero.
Para Lev Malko aquello tenía algo de gracia. Normalmente, en su profesión, la muerte tiene una cara y un precio, y, a veces, para llegar a esos dos factores necesitaba información, la cual se obtenía por métodos “expeditivos”. Ahora, sin llegar a la violencia, la joven le ofrecía conversación, deseosa de darle datos, motivos… La misma clase de información por la que Malko habría torturado y luego asesinado, dando rienda suelta a su lado más oscuro y salvaje.
- Armando Quero – correspondió al saludo con el nombre que había dado en el registro del hostal -. Uno puede darse un baño tranquilo, si no lo intenta asesinar un agente de la CIA – lo dijo tranquilo, despreocupadamente, los ojos del asesino volaron del entarimado del suelo a los de ella. Observaba su reacción.
A Marcia pareció recorrerle una descarga eléctrica por todo el cuerpo. Se enderezó en la cama, los ojos abiertos de par en par y la boca entreabierta. La CIA no era un término desconocido para ella.
- ¿Usted cree…? – comenzó a preguntar, casi susurrando.
- No creo nada, sé lo que veo – continuó con el mismo tono despreocupado-. La forma de encajar los golpes, el tipo de arma que llevaba… Son típicas de los hombres de esa organización – explicó-. Puede sentirse halagada, es usted lo suficientemente interesante para que la CIA quiera verla muerta, nada menos – añadió con sorna.
- No tiene ninguna puta gracia – contestó ella con fiereza y mirada asesina.
Malko estaba viendo lo que quería de ella. Ya había visto la cara bonita, la chica joven, entrañable, que acababa de pasar por una experiencia traumática… Ahora quería ver a la Marcia oscura, esa que posee una naturaleza oculta (como todos), la naturaleza que nos define a todos.
Malko, Armando Quero, no pidió perdón por su último comentario. Mantuvo la mirada. Estaba acostumbrado a mantenerla. Se la mantenía a torturadores, asesinos, moribundos… Era algo habitual. Y, en parte, excitante.
- Si han fallado esta noche, quiere decir que volverán a intentarlo – reflexionó ella, Malko ya había llegado a la misma conclusión -. ¿Qué me dice del francotirador?
Aquí Malko hizo una mueca de desconcierto. Ciertamente, era la pieza del puzzle que no concordaba con el resto.
- No tengo una opinión formada. De momento, su oportuna presencia en la playa solo puedo explicarla si era un agente enemigo del hombre de la CIA. Alguien que le estuviera siguiendo los pasos y que no pudo disparar hasta que se separó de usted y tuvo un blanco perfecto.
Marcia pareció pensarlo. Lo que decía Malko tenía sentido.
- ¿Es usted de la CIA? –Preguntó extrañada.
- A veces. Yo soy de quien mejor me pague.
- Yo le pagaré mejor – contestó sin vacilar, como quien cuenta con el dinero más que suficiente para mantener a una persona con vida.
-Supongo que ya soy suyo desde que comenzó la noche – comentó, arrepintiéndose de haberse visto involucrado en aquello y sonriéndose irónicamente por haber sido tan crédulo de pensar que podía dejar atrás esta vida de muerte violenta y miseria…
Marcia puso una mano sobre la suya.
- La noche del ángel, del mío.
Y Malko retiró su mano con delicadeza. Algo en su interior temía que si lo tocaban se ensuciaran con la sangre que ya corría en su conciencia.
(Continuará)
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Imagen by Efecto Cocuyo |
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