LA NOCHE DEL ÁNGEL (CUARTA PARTE Y FINAL)


Si te perdiste la tercera parte o simplemente quieres recordarla, puedes encontrarla aquí.

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La casa de la familia Caballero no pasaba desapercibida, se trataba de una construcción muy moderna que no casaba con la austeridad de aquel pueblo costero de la España profunda. Parecía ser un hogar que se había excavado en la piedra de la montaña, como alguna de las residencias que había visto en las pacíficas y pueriles urbanizaciones de Los Ángeles. 

Desde donde estaba Malko se podía ver parte del interior de la casa a través de los enormes ventanales que actuaban como fachada. No había luz. Lo estaban esperando. 

El asesino estudió formas de entrar en la casa, observó que la misma daba a la playa y estudiando otra forma de acceder a la vivienda, que no fuese por el sendero que lo llevaba a la puerta principal y presentar un blanco fácil; vio entre las rocas una compuerta. Malko sonrió, era un ascensor. 

Era un cuadro estrecho. Si abrían fuego contra él no tendría ninguna manera de ocultarse o defenderse, así que no le quedó más remedio que aceptar los riesgos. Pero no ocurrió nada. Las puertas se abrieron diligentemente y en silencio. La oscuridad de lo desconocido le dio la bienvenida abrazándolo. 

Malko no veía prácticamente nada. Cerró los ojos con fuerza y luego los abrió para acostumbrar a la vista al entorno. Sintió la muñequera con el mecanismo. Desenfundó la 98 FS y anduvo lentamente y en silencio hacia lo que creía era el contorno de otra puerta. 

Accedió a la sala de los ventanales, vagamente iluminada por las estrellas. Era una gran estancia, adornada por enormes estanterías llenas de libros y una alfombra que parecía cubrir todo el suelo. Y había algo más… Algo en las sombras. Lo sentía en su fuero interno. Empuñó con más fuerza la culata del arma y justo cuando sintió que algo había cortado el aire a pocos centímetros de su nuca fue cuando lo vio. 

El francotirador había errado el golpe por pocos milímetros, Malko giró sobre sus talones para no pudo evitar perder el arma, cuando el pie de su agresor le dio en la muñeca con la que la sujetaba. Al igual que el dialecto de una lengua, los movimientos del atacante eran una técnica no refinada por los profesionales del negocio. No obstante, fue suficiente para conocer que los golpes que ahora le estaba asestando eran de tanteo, para ver cuáles podían ser los puntos débiles de Malko o cuál era su reacción inmediata a la hora de defenderse y atacar… 

El asesino no pudo esquivar un golpe que encajaron sus costillas y se dejó caer pesadamente en el suelo. Sin perder ni un solo segundo, atrapó con sus piernas las del francotirador y lo dejó caer. Le asestó varios golpes en la cara, sintió cómo el tabique nasal se hundía bajo sus nudillos. Estaba acabado, totalmente fuera de juego… 

Un lamento ensordecedor inundó la oscuridad donde luchaban, las luces se encendieron y de dos puertas comenzaron a salir hombres armados, iguales que los de la emboscada del hostal. De una de las puertas salió una mujer llorando, pidiendo clemencia por el vencido, seguida por Marcia. 

- ¡Por favor! – Gritó -, no le haga daño… Por favor… Le quiero, lo es todo para mí. 

Los ojos de Lev Malko volaron de la mujer que solicitaba piedad a Marcia. Ella sujetaba a la mujer como si intentara consolarla. Debían ser hermanas. Malko sintió una punzada en el pecho, esa mujer realmente quería a ese hombre, ojalá él pudiera sentir lo que es amar a alguien. 

- ¡Bravo! ¡Bravo! – Se oyó una voz detrás de las chicas, mientras aplaudía. 

Malko vio un rostro que nunca jamás olvidaría. El de una mujer rechoncha, sentada en una silla de ruedas. Llevaba el pelo muy corto, un monóculo en el ojo derecho y fumaba un fino cigarro en una boquilla muy larga. Era Octavia Caballero. 

- No me has defraudado nada; ciertamente, has estado a la altura de las expectativas. Y eso que tanto tú como yo, hemos estado improvisando todo el tiempo – exhaló una fina capa de humo que le cubrió la cara -, sabía que irían a por Marcia esta noche, estamos teniendo problemas con los americanos – explicó-, pero no nos esperábamos tu oportuna participación en nuestro drama. 

Se acercó a la mujer que lloraba y le acarició el brazo, para reconfortarla. “Mami está aquí, pequeña”, fueron las palabras que cruzaron la mente de Malko. 

- Tengo un plan en marcha – continuó Octavia Caballero -, pero necesito gente con habilidades concretas, especiales… Como la tuya, Malko. He estado investigando a gentuza como tú: Asesinos a sueldo, mercenarios, ex agentes secretos… Pero apareciste tú. 

- En la noche del ángel – comentó Marcia, sonriendo con malicia, al recordar aquel intento de intimar con él. 

- Sí, así es – corroboró Octavia -. La noche del ángel… Sí, vas a ser lo más parecido a un ángel, porque vas a salvar una vida. La mía – sonreía triunfal-. Pero el Plan Apache, la infiltración… Todo eso es otra historia. Aquí lo único que nos importaba era tu reclutamiento – hizo una pausa para volverse a mirar a su desconsolada hija, la cual le decía que no con la cabeza. Malko tampoco olvidaría jamás la sonrisa sádica de aquella mujer-, y ahora me interesa saber, ¿qué harás con mi yerno, el francotirador? 

Aquella hija de puta pedía sangre. Marcia permanecía impasible. Solo se escuchaban los lamentos de aquella muchacha. 

Malko cogió por los pelos al vencido y con el canto de la mano le propinó un golpe seco en la garganta. Este se llevó ambas manos al cuello y empezó a retorcerse en el suelo. La muerte no tardaría más de tres minutos en producirse. 

- Bien, has pasado la última prueba – anunció Octavia -. Bienvenido a este pequeño y divertido negocio familiar. 

Los hombres de Octavia se retiraron, llevándose el cadáver. Malko aceptó una copa, mientras le comentaban los pormenores de Apache. Pero en la mente del asesino solo había cabida para un pensamiento: Hay que tener cuidado a quien se contrata, algunos demonios también fueron ángeles…

**Fin**

De la oscuridad nace el cañón de una pistola humeante
Imagen by La bitácora de la imaginación

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