NADIE ESCAPA A ELLOS (TERCERA PARTE)


Tercera parte del relato documentado de Mario Salgado.
Si aún no la habéis leído o queréis recordarla, encontraréis la segunda parte aquí.
Quédate con nosotros y descubre el desenlace de la historia.
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Ambos se miraron sin saber qué decir, con la alarma dibujada en el rostro y cientos de preguntas por hacerse.
¿Habría otra caja? ¿Estaban realmente seguros de la información que tenían? ¿Existía realmente esa lista? ¿La habría vendido ya a los rusos?
Carter parecía estar en estado de shock y Vargas, tragando saliva, decidió hacer algo. Cerró de nuevo la caja y procedió a colocarlo todo tal y como estaba.
- ¡No está! – pudo decir ella -. ¡Vargas, no está! La lista no está.
- Salgamos fuera.
Manteniendo la compostura todo lo que sus ánimos se lo permitían, se rodearon de nuevo con el público. El número del ilusionista ya había comenzado. Vargas alcanzó a uno de los camareros que llevaba una bandeja con champán y cogió dos copas con tanto tino que ni el camarero se percató de que ya no las tenía.
- Es importante que te tranquilices, Carter – comentó en voz baja.
- ¿Qué vamos a hacer ahora? ¡Estamos perdidos!
Vargas bebió y un pensamiento mezquino lo invadió. Y es que, a fin de cuentas, para él, que la misión fuese un éxito o no, le importaba poco. Seguiría siendo un proscrito buscado por medio mundo, pero con datos muy imprecisos y todo un juego de identidades. Pensó en terminarse la copa y desaparecer sigilosamente, sin que Carter se diera cuenta. Pero algo en él lo removía por dentro. Por ella. No quería dejar a la chica en la estacada.
Fue entonces cuando se produjo algo en la sala que lo devolvió al momento presente. No sabía qué había sido. Miró a Carter y ésta estaba con la vista perdida, sumida en su fracaso. Paseó la mirada por entre todos los demás y observó que estaban muy pendientes del número del ilusionista. La gente reía y aplaudía asombrada. Escuchó cómo algunos se preguntaban cómo era posible. Y entonces lo comprendió todo.
- ¡Hijo de la gran puta! – comentó en voz baja.
- ¿Qué? – preguntó Carter, alarmada.
- ¿Vas a beberte eso? – le preguntó Vargas, refiriéndose al champán. Ante la negativa de ella, él cogió la copa y se la tomó de un trago.
- ¿Vas a contarme de qué se trata o no?
- Observa bien las facultades “mágicas” de ese hombre.
Y los ojos de Carter casi se salieron de sus órbitas cuando el mago era capaz de recitar páginas enteras de El Quijote con una sola y breve lectura; el orden aleatorio de una baraja de cartas española y francesa o las monedas que varios miembros del público tenían en los bolsillos.
Los espías americanos comprometidos estaban allí, en la mente de un ilusionista.
Vargas comenzó a sonreír como el hombre que comprende que han jugado mejor que él.
Su plan para hacerse con la lista era bueno, pero el plan de Ferranz para salir de España con la misma era aún mejor.
***
Uno de los hombres de seguridad se abrió paso entre la multitud hasta llegar al empresario. Éste miraba a todos lados, como si pretendiera buscar algo. Luego empezó a reír y finalmente subió al escenario para comunicar cortésmente que la fiesta había llegado a su fin.
- Ese malnacido se está riendo de nosotros – comentó Vargas, reflexivo.
Ambos caminaban hacia la salida, como el resto.
- Vargas, no tengo alternativa – los ojos azules de ella se encontraron con los de él –. Tengo que acabar con él.
- No hagas ninguna tontería, por favor. Debe haber otra manera.
- Mis instrucciones eran hacerme con la lista o acabar con ella – repuso con sequedad la joven americana.
- ¡Joder! Esto es una puta locura – exclamó indignado-. ¿Es posible que la nación más poderosa del planeta sólo sepa pegar tiros?
- ¿Y qué puedo hacer?
- Ni siquiera estamos seguros de que realmente ese mago sepa algo.
Vargas se paró en seco, pensativo.
- ¿Tus hombres estarán donde nos dejaron al venir?
- Claro.

- Bien – un brillo nació en los ojos de Vargas –. Vamos a secuestrar a ese hombre. 

Continuará
-Mario Salgado-
(colaborador)
Lujoso despacho con biblioteca.
Imagen by Jim Bartsch

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