NADIE ESCAPA A ELLOS (CUARTA PARTE Y FINAL)

Cuarta parte y final del relato documentado de Mario Salgado.

Si aún no la habéis leído o queréis recordarla, encontraréis la tercera parte aquí.

Quédate con nosotros y descubre el desenlace de la historia.


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Aún estaba saliendo gente cuando el coche de la CIA, con los dos agentes que lo abordaron en el restaurante, se colocó justo a la entrada de la propiedad. Uno de ellos salió del mismo y se encaminó, junto con Vargas, al patio descubierto donde había tenido lugar la exhibición. Allí ya estaba Carter, quien, fingiendo ser una chica que se había quedado muy impresionada con el número, quiso conocer personalmente al hombre de tan increíble hazaña y a su anfitrión.
En el preciso momento en que Ferranz quiso saber quién era ella, Carter ya había sacado su pistola y la tenía apuntando por la espalda al hombre de la memoria prodigiosa.
Ferranz estaba fuera de sí, su dominio se había esfumado por completo, y Carter representaba muy bien el papel.
- Ni un movimiento en falso. Puede que yo muera, pero este cabrón se viene conmigo y tú te quedas sin negocio.
Y las palabras de Carter surtieron efecto.
Los americanos y Vargas consiguieron sacar al mago de allí sin apenas resistencia. Y a toda velocidad desaparecieron de la escena.
***
La última noche hicieron el amor con lentitud; era una promesa nunca formulada y debían cumplirla. Pudieron disfrutarse hasta altas horas de la madrugada. Él no quería que se fuese y ella no quería irse, pero así eran las cosas. Cada uno se debía a lo suyo.
Combatieron la amargura de la despedida no despidiéndose. Aprovechando que él estaba dormido, Carter abandonó la habitación con mucho sigilo. Aunque Vargas –la experiencia es un grado– estaba despierto y lo sintió todo. El suave cierre de la puerta fue como el sonido final de un sueño hermoso.
Se levantó de la cama y se quedó mirando la calle desde la ventana.
El mago había desangrado toda la información. Efectivamente, lo hicieron memorizar una lista de agentes y él dio todos los detalles. Casualmente uno o dos días después tuvo un accidente de tráfico que le costó la vida.
Carlos Ferranz, en cuanto se supo todo, fue perseguido por las autoridades nacionales. Lo mataron cuando trataba de llegar a Francia.
Y en cuanto a Vargas…
Toda la gente que había tenido algo que ver con aquella lista había muerto y él no iba a ser una excepción. No le extrañaría ver, a los pocos días, que un grupo de la policía secreta franquista irrumpiera en su casa, ametralladoras en mano, listos para acabar con el prófugo de una vez por todas.
Se alegró de que las relaciones entre americanos y españoles fuese viento en popa.
El general Walters había hecho un grandísimo trabajo y la cumbre sería otro mérito.
Malditos méritos.
Ya podía decir que la muerte lo había encontrado.
Porque él ya no era Vargas.
Hasta que el pasado, el amor o la muerte te encuentren.

Fin
-Mario Salgado-

(colaborador)
Abrazo de Eisenhower y Franco; detrás el general Walters.
Imagen by Jaime Pato

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