VOLAR

El camino hasta lo alto del precipicio era difícil, se le había hecho muy duro, pero todos los pasos de su vida le habían encaminado hasta allí.

Arriba la noche lo abarcaba todo. La línea entre cielo y mar no existía en la crepuscular negrura del instante y, a pesar de estar tan alto, se podía escuchar el rugir de las olas golpeando, furibundas, contra las rocas. El viento era muy fuerte, tanto que su sonido le envolvía por completo. Si había que echar a volar ese era el lugar indicado.

Su vida quedaba retratada en aquel sitio. Si levantaba la vista solo veía oscuridad. Estaba completamente solo, azotado por los elementos que le increpaban por sus acciones. Si bajaba la vista podía ver el ir y venir de las olas llegando con la misma fuerza con la que le golpeó un día el amor, haciéndole invencible, para marcharse después dejándole lleno de grietas y heridas, como aquellas puntiagudas rocas del fondo.

La fuerza del viento parecía ir en aumento. Desde luego era el lugar perfecto para echar a volar. Lástima que hubiera perdido sus alas por el camino.



Una figura se precipita al vacío de un acantilado con la espesura de las nubes de fondo
Imagen fondo de escritorio de acceso libre en Internet

Comentarios

Entradas populares