VIVIMOS

Hay una cosa que quiero que comprendas: no fuimos víctimas voluntarias. 

Hay quienes no lo quieren comprender porque su mente se divide en negros y blancos, en derechas e izquierdas… el bien y el mal. Se olvidan que el mundo es humano, que, al final, es lo que cuenta. 

Así que, no; no fuimos víctimas voluntarias. Fuimos testigos involuntarios de un momento que nadie pudo imaginar, el instante en que dos personas se estrecharon la mano para decidir nuestro destino. 

Daba igual quiénes fueran ellos para privarnos de todo lo que nos caracterizaba como personas. Nosotros solo éramos una cifra a la que mantener en un cubículo rodeado de espinos, el saco de huesos en el que descargar toda la ira y la maldad que puede albergar el corazón humano, los invisibles que entregaban su vida al cansancio por los trabajos forzados o a una bala por capricho de quien empuña un arma. 

La nuestra era una conciencia silenciada en la noche, que no temía más oscuridad salvo la que produce el horror de sentirnos solos, mientras nos preguntábamos la más sencilla y compleja de las preguntas: ¿por qué? 

Hoy somos un triste recuerdo que nadie quiere recordar. Una anécdota fuera del tiempo. Una fosa sin nombre. Los libros de Historia apenas nos mencionan, quizá dolemos demasiado. O quizá no importamos. 

Pero recuerda, vivimos. 

No fuimos los únicos, todos los regímenes como aquellos tienen un armario donde guardar sus muertos. 

Y si nosotros vivimos lo que nunca imaginamos, ¿te imaginas lo que pueda venir el día de mañana? 

Para que nuestra historia no se repita, recuérdanos. 

Vivimos.

Dos rosas rojas yacen sobre las vías de un tren hacia un campo de concentración
Imagen by varese7press.it



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