FATALE

Su nombre significaba “problemas”. 

Y como el título de aquella historia de Chandler, Los problemas son mi negocio. 

Caminaba segura de sí misma, dominando la sala con su todopoderosa presencia, con aquel contoneo de sus caderas que encerraba el secreto de un volcán nocturno capaz de arrebatarte hasta el último aliento de vida. Y aquella sonrisa suya, pícara e inteligente que podría robarle el alma al diablo… Toda una invitación al pecado y al peligro. 

Sí, ella era un problema. Yo lo sabía. Y estaba dando gracias por ello. 

Se presentaba casi todas las noches, con aquel ritual suyo, derrochando su naturaleza indómita, salvaje, apasionada. Cientos de ojos la seguían, mandíbulas desencajadas y yo… Al otro lado de una copa cuyo hielo había comenzado a derretirse irremediablemente. Dios, si tenía principios los perdí en su mirada. Pasase lo que pasase no podía prometer ser un caballero. 

Y me hizo prometer que no lo fuera. 

Con la penumbra que se filtraba entre las persianas de su habitación como único testigo, entre besos y abrazos apasionadamente violentos, nuestras manos exploraban al otro lado del Infierno, deseando desatarlo y dar rienda suelta a los sueños más recónditos y oscuros de nuestro ser. Su boca se abatió con desesperación en mi cuello, mientras su mano se deslizaba amenazadoramente más abajo… 

Era suyo y estaba perdido. Más de lo que quería admitir. 

Continué buscándola en aquel lugar donde nos conocimos. Pedía las copas más fuertes que pudieran ofrecerme y todas tenían el sabor de ella en aquella noche de locura y pasión, el tacto de la delicadeza de su piel en aquellos lugares ocultos para el resto de los mortales, excepto para mí. Y siempre regresaba a casa, borracho de su esencia, buscando su olor o la calidez de su cuerpo desnudo hasta que perdía la conciencia en un mar de lágrimas amargas. 

Hasta que un día la copa iba acompañada de una nota. Me daba las gracias por ser un buen chico. Y se despedía con un travieso “Hasta la próxima”. 

Después de todo yo le importaba algo. 

O eso me gustó creer. 

Al fin y al cabo, Los problemas son mi negocio.



*Este relato fue publicado por primera vez el 7 de julio de 2019.


La silueta de una femme fatale se recorta en la oscuridad y en el humo de su cigarrillo
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