CANTAR AL CIELO

Se paga un alto precio por fingir que somos felices

Era lo que pensaba cada vez que se perdía en sus ojos, en sus labios, en el sonido de su voz… 

Le encantaba compartir su tiempo con ella y escucharla cantar al cielo por las pequeñas grandes cosas de su vida. La alegría con la que lo hacía impedía que uno no se sintiese partícipe de esa ilusión y dar gracias por ello, porque, sin saberlo aportaba esperanzas. Quizás, después de todo, la «nueva normalidad» cumpliría la premisa, el sueño de muchos de que las cosas cambiarían a mejor. Y no le cabía duda de que ese era su caso. 

Y tras ella, le tocó el turno a él. Y si en la «vieja normalidad» no sabía de qué hablar se dio cuenta, tristemente, que en la «nueva», tampoco. 

Sacó a relucir la rutina de su día a día, algunos recuerdos...también había muchos de ella que prefirió ahogar, discretamente, en el café ya frío. 

Ella se derrumbó. 

— Cuéntame algo feliz, por favor –dijo entre lágrimas—, aunque sea una mentira. 

Los muros de la ilusión se resquebrajaron y mientras inventaba una historia que la animase a no pensar, su mente viajó a aquellos pequeños momentos donde ella solo le pedía un abrazo, una palabra amable o, incluso, que no dijese nada. 

El gran artífice de su felicidad tenía rostro, nombre y apellidos. Aparecía con ella en casi todas las fotos que publicaba frecuentemente en las distintas redes. Imágenes de una felicidad que haría temblar a Dios. 

Y él tembló. Y no pudo continuar. 

— No puedo mentirte – se excusó—. Yo no tengo nada. 

— Pues ojalá yo tuviese tu nada para ser la mitad de feliz que eres tú. 

Nunca más se les volvió a enfriar un café mientras cantaban al cielo. 

Su amistad se había roto desde que ella descubrió que necesitaba «nada» para ser feliz y no hizo nada por ello. 

Ella seguiría sufriendo lo que nunca reflejaría en los felices selfies que todo lo invadían. 

Y él solo pudo volver a verla en sus recuerdos porque a ojos de todo el que se apoyaba en él, era un hombre feliz. 

Uno que nada necesitaba.

Una piruleta con forma de corazón reposa rota sobre sus ilusiones
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