SU ISLA
No podía imaginar mejor recompensa, por el esfuerzo de su trabajo, que irse a vivir a una isla paradisíaca. Se construyó una bonita casa, no exenta de comodidades, con una piscina que se vertía al mar, azul coral, abierto hasta el infinito horizonte. Allí era dueño del tiempo.
Pero un día, tras un lejano terremoto, la ola gigante llegó hasta la isla arrasando a su paso la piscina, la casa y hasta el embarcadero con su lujoso yate. Para salvar la vida tuvo que huir hacia el interior, territorio inexplorado para él, que había vivido todo el tiempo cómodamente en su playa privada.
En la selva le acechó una multitud de peligros: criaturas que no conocía, plantas venenosas, arriesgados parajes que le desorientaban, el calor o el frío que la humedad hacía insoportables. El miedo a lo desconocido penetró hasta lo más profundo de su ser.
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