DE LOS NOMBRES DE CRISTO

El nombre, que primero
que el sol manase luz resplandecía,
en quien hasta el postrero
mortal será bendito, a quien de día,
de noche celebrando,
las gentes darán loa y bienandanza.
Y dirán alabando:
Señor Dios de Israel, ¿qué lengua alcanza
a tu debida gloria?

Salido he de mi camino, llevado de la golosina del verso; mas volvamos a él. Y habiendo dicho esto Marcelo, y tomando un poco de aliento, quería pasar adelante; mas Juliano, deteniéndole, dijo:

—Antes que digáis más, me decid, Marcelo: ¿este común amigo nuestro que nombrasteis, cuyos son estos versos, quién es? Porque, aunque yo no soy muy poeta, hanme parecido muy bien; y debe hacerlo ser el sujeto cual es, en quien sólo a mi juicio se emplea la poesía como debe.

—Gran verdad, Juliano, es —respondió al punto Marcelo— lo que decís. Porque éste es sólo digno sujeto de la poesía; y los que la sacan de él, y, forzándola, la emplean, o por mejor decir, la pierden en argumentos de liviandad, habían de ser castigados como públicos corrompedores de dos cosas santísimas: de la poesía y de las costumbres. La poesía corrompen, porque sin duda la inspiró Dios en los ánimos de los hombres, para, con el movimiento y espíritu de ella, levantarlos al cielo, de donde ella procede; porque poesía no es sino una comunicación del aliento celestial y divino; y así, en los Profetas casi todos, así los que fueron movidos verdaderamente por Dios, como los que, incitados por otras causas sobrehumanas, hablaron, el mismo espíritu que los despertaba y levantaba a ver lo que los otros hombres no veían, les ordenaba y componía y como metrificaba en la boca las palabras, con número y consonancia debida, para que hablasen por más subida manera que las otras gentes hablaban, y para que el estilo del decir se asemejase al sentir, y las palabras y las cosas fuesen conformes.

-Fray Luis de León-

*El presente fragmento pertenece a la obra De los nombres de Cristo, una de las más populares de Fray Luis de León (1527-1591), donde deja constancia de su percepción sobre la poesía, género que cultivó con gran maestría llegando a ser uno de los exponentes claves de la segunda fase del Renacimiento español. 
La importancia de este autor radica en su empeño por hacer de la lengua castellana una lengua tan noble como el latín lo era en su momento, argumento con el que algunos de sus compatriotas lo denunciaron por ir contra lo establecido en el Concilio de Trento, disimulando la envidia de sus éxitos, y que llevaron al religioso a abandonar su cátedra en la Escuela de Salamanca y a su encierro en prisión durante cerca de cinco años. 
Absuelto por la Inquisición de toda acusación, se le restituyó la cátedra de Escritura y obtuvo la de Teología, reanudando sus clases con su conocida frase «Decíamos ayer...», como si no hubiera estado ausente todo ese tiempo. 

Monumento a Fray Luis de León en la Universidad de Salamanca, obra de Nicasio Sevilla
Imagen by cervantesvirtual.com (escultura de Nicasio Sevilla)

Comentarios

Entradas populares