Amor, en un incendio no acabado

Amor, en un incendio no acabado 
ardí del fuego tuyo, en la florida 
sazón y alegre de mi dulce vida, 
todo en tu viva imagen transformado.

Y ahora, oh vano error, en este estado, 
no con llama en cenizas escondida, 
mas descubierta, clara y encendida, 
pierdo en ti lo mejor de mi cuidado.

No más, baste, cruel, ya en tantos años 
rendido haber al yugo el cuello yerto, 
y haber visto en el fin tu desvarío.

Abra la luz la niebla a tus engaños, 
antes que el lazo rompa el tiempo y muerto 
sea el fuego del tardo hielo mío.

-Fernando de Herrera-


*Fernando de Herrera nació en 1534 en Sevilla y fue un escritor y erudito del Siglo de Oro, centrado de manera casi exclusiva en su quehacer intelectual. Fue apodado «el divino». De orígenes humildes, lo poco que se sabe de su vida fue gracias a su primer biógrafo, el pintor sevillano Francisco de Pacheco. Gran parte de su obra, tanto en prosa como en verso, se ha perdido. Como curiosidad, para perfeccionar a su gusto el verso, construyó una ortografía más ajustada al sonido de las palabras y una puntuación particular para señalar las pausas, los hiatos, las sinéresis y las dialefas (ej.: ¿Dó vas? Dó vas, crüel, dó vas?).

Retrato de Fernando de Herrera, en sepia, junto a su firma y uno de sus poemas.
Imagen by Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

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