EL COLOQUIO DE LOS PERROS (Novelas Ejemplares)

NOVELA Y COLOQUIO QUE PASÓ ENTRE CIPIÓN Y BERGANZA,
 PERROS DEL HOSPITAL DE LA RESURECCIÓN, 
QUE ESTÁ EN LA CIUDAD DE VALLADOLID, FUERA DE LA PUERTA DEL CAMPO, 
A QUIEN COMÚNMENTE LLAMAN 
«LOS PERROS DE MAHUDE»


[...]
CIPIÓN.-Has de saber, Berganza, que es costumbre y condición de los mercaderes de Sevilla, y aun de las otras ciudades, mostrar su autoridad y riqueza, no en sus personas, sino en las de sus hijos; porque los mercaderes son mayores en su sombra que en sí mismos. Y, como ellos por maravilla atienden a otra cosa que a sus tratos y contratos, trátanse modestamente; y, como la ambición y la riqueza muere por manifestarse, revienta por sus hijos, y así los tratan y autorizan como si fuesen hijos de algún príncipe; y algunos hay que les procuran títulos, y ponerles en el pecho la marca que tanto distingue la gente principal de la plebeya.

BERGANZA.-Ambición es, pero ambición generosa, la de aquel que pretende mejorar su estado sin perjuicio de tercero.

CIPIÓN.-Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero.

BERGANZA.-Ya hemos dicho que no hemos de murmurar.

CIPIÓN.-Sí, que yo no murmuro de nadie.

BERGANZA.-Ahora acabo de confirma r por verdad lo que muchas veces he oído decir. Acaba un maldiciente murmurador de echar a perder diez linajes y de caluniar veinte buenos, y si alguno le reprehende por lo que ha dicho, responde que él no ha dicho nada, y que si ha dicho algo, no lo ha dicho por tanto, y que si pensara que alguno se había de agraviar, no lo dijera. A la fe, Cipión, mucho ha de saber, y muy sobre los estribos ha de andar el que quisiere sustentar dos horas de conversación sin tocar los límites de la murmuración; porque yo veo en mí que, con ser un animal, como soy, a cuatro razones que digo, me acuden palabras a la lengua como mosquitos al vino, y todas maliciosas y murmurantes; por lo cual vuelvo a decir lo que otra vez he dicho: que el hacer y decir mal lo heredamos de nuestros primeros padres y lo mamamos en la leche. Vese claro en que, apenas ha sacado el niño el brazo de las fajas, cuando levanta la mano con muestras de querer vengarse de quien, a su parecer, le ofende; y casi la primera palabra articulada que habla es llamar puta a su ama o a su madre.

CIPIÓN.-Así es verdad, y yo confieso mi yerro y quiero que me le perdones, pues te he perdonado tantos. Echemos pelillos a la mar, como dicen los muchachos, y no murmuremos de aquí adelante; y sigue tu cuento, que le dejaste en la autoridad con que los hijos del mercader tu amo iban al estudio de la Compañía de Jesús.

BERGANZA.-A Él me encomiendo en todo acontecimiento; y, aunque el dejar de murmurar lo tengo por dificultoso, pienso usar de un remedio que oí decir que usaba un gran jurador, el cual, arrepentido de su mala costumbre, cada vez que después de su arrepentimiento juraba, se daba un pellizco en el brazo, o besaba la tierra, en pena de su culpa; pero, con todo esto, juraba. Así yo, cada vez que fuere contra el precepto que me has dado de que no murmure y contra la intención que tengo de no murmurar, me morderé el pico de la lengua de modo que me duela y me acuerde de mi culpa para no volver a ella.

CIPIÓN.-Tal es ese remedio, que si usas dél espero que te has de morder tantas veces que has de quedar sin lengua, y así, quedarás imposibilitado de murmurar.

BERGANZA.-A lo menos, yo haré de mi parte mis diligencias, y supla las faltas el cielo.



-Miguel de Cervantes Saavedra- 

Fragmento de «El coloquio de los perros», uno de los textos recogidos en sus «Novelas ejemplares» publicadas en 1613 en una colección impresa en Madrid por Juan de la Cuesta.

La consideración de esta pieza como una novela independiente dentro de las Novelas ejemplares es problemática, ya que el Coloquio es en realidad un texto que uno de los personajes de la novela anterior, El casamiento engañoso, da a leer a un amigo. Así pues, en cierta manera, ambas novelas forman una unidad.

El relato de Berganza está construido según los principios estructurales básicos de la novela picaresca. Con el contrapunto de los comentarios de Cipión, Cervantes cuestiona algunos de los presupuestos y las técnicas de la picaresca, a la vez que reflexiona sobre las relaciones entre la literatura, la verosimilitud y la realidad, mostrando, además, una imagen muy real de la España de la época.

Primera página de la que sería primera edición de «El coloquio de los perros»
Imagen by teatroejemplares.com

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