4 HISTORIAS DE NOCHEVIEJA

Cada vez que se acerca este momento, me siento más, como la noche, vieja. Vieja por cansada, hastiada, frustrada también. Como si, por mucho que lo intentara a lo largo del año, todos los caminos me trajeran de nuevo aquí. 

Cada uva es el recuerdo de alguien que ya no está. La sidra podrían ser mis lágrimas. Sin embargo, con la boca llena y medio ahogada, no puedo evitar reír viendo las demás caras. Sin la sidra, sería imposible tragar esta masa de uvas. 

No sé qué pasará la próxima Nochevieja, pero este Año Nuevo voy a rejuvenecer... 


-Denístocles- 


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Esta noche no trabajo.

Podré comerme las uvas sin salir corriendo a socorrer a alguien que se ha quemado con un petardo, que se ha intoxicado con marisco o que ha bebido más de la cuenta y no ve lo insoportable que es cuando dejó de controlar hace demasiado tiempo. 

Tampoco reiré de puro cansancio con mis compañeros, no agradeceré la mejor compañía posible en esas largas horas de guardia; no nos fumaremos el enésimo cigarrillo esperando que amanezca para irnos apresurados, no nos despediremos de esa otra familia que siempre está ahí y, en estos días, más que nunca. 


-Maulia- 


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Hace mucho tiempo, toda una vida, la mesa se llenaba de personas, comida y uvas. Había risas que acompañaban a las campanadas. Ahora, cada año que pasa la mesa está más vacía, la comida es cada vez más sencilla y las uvas escasean.

Y, sin embargo, no puedo evitar pensar, con cada «feliz año nuevo», que este año me traerá lo que necesito. Sea lo que sea, lo que signifique, lo que conlleve, lo que pierda o lo que gane. 

Llenaré de ilusiones los vacíos de la mesa y guardaré mis miedos al final de la estantería. 


-Giadalia-


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Y llegamos al final de otro año, de otra década; al comienzo de otra aventura.

Todos agrupados en torno al televisor, pendientes de los cuartos, del que desenfunda antes de tiempo y ya tiene tres uvas en la boca, del que se ha echado el champán encima y no en el gaznate, del que no se puede quitar el anillo y por tanto va a sufrir un año de infortunio... Y yo, atento a la primera campanada y a la traicionera uva que se llevará mi primer propósito. 

Esto es un desastre, pero así comienzan las aventuras que me gustan. 


-Arquero-



Feliz entrada de año a todos.

Se ve parte de un reloj cuyas manillas marcan las doce, rodeado de cintas y luces de fiesta.
Imagen by ondecero.com

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