UN VALIENTE

Llevaba meses esperando la ejecución. Sin embargo, esa noche vinieron a decirle que quedaba libre. Un alto mando, que conocía a su padre, había intercedido por él y le habían absuelto de los cargos. No podía creerlo.

Al alba le llevaron a empujones a la puerta de la cárcel mientras se reían de él y le aseguraban que ya ajustarían cuentas. 

—Largole espetaron, a empujones.

Comenzó a caminar, titubeante, muy despacio. Escuchaba más risas de los guardias tras él. 

«Me van a disparar por la espalda con la excusa de que intento escapar», pensaba, aturdido por el miedo.

Apenas podía respirar. El terror oprimía tanto su pecho que no dejaba entrar el aire. Apretó el paso tambaleándose sobre sus delgadas piernas.

«Me van a matar. Me van a matar».

Las lágrimas resbalaban por su rostro fruto del pavor, mientras empezaba a correr con la mirada perdida en el horizonte. Corrió y corrió, todo lo que sus piernas fueron capaces de aguantar, con la imagen de su mujer y sus hijos en la mente.

Jamás pasó tanto miedo. Jamás fue tan valiente como aquel día.

Cuadro de Van Gogh donde unos presos pasean tristemente por un patio
Cuadro "La ronda de los presos" de Vicent Van Gogh [Runde der Gefangenen (nach Doré); Museo Pushkin, Moscú)


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