EL BURLADOR DE SEVILLA
ARMINTA: ¿Quién llama a Arminta?
¿Es mi Batricio?
D. JUAN: No soy
tu Batricio.
ARMINTA: Pues, ¿quién?
D.JUAN: Mira
de espacio, Arminta, quién soy.
ARMINTA: ¡Ay de mí! Yo soy perdida.
¿En mi aposento a estas horas?
D.JUAN: Éstas son las horas mías.
ARMINTA: Volveos, que daré voces,
no excedáis la cortesía
que a mi Batricio se debe,
ved que hay romanas Emilias
en Dos Hermanas también,
y hay Lucrecias vengativas.
D. JUAN: Escúchame dos palabras,
y esconde de las mejillas
en el corazón la grana,
por ti más preciosa y rica.
ARMINTA: Vete, que vendrá mi esposo.
D.JUAN: Yo lo soy. ¿De qué te admiras?
ARMINTA: ¿Desde cuándo?
D. JUAN: Desde ahora.
ARMINTA: ¿Quién lo ha tratado?
D.JUAN: Mi dicha.
ARMINTA: ¿Y quién nos casó?
D. JUAN: Tus ojos.
ARMINTA: ¿Con qué poder?
D. JUAN: Con la vista.
ARMINTA: ¿Sábelo Batricio?
D. JUAN: Sí,
que te olvida.
ARMINTA: ¿Que me olvida?
D. JUAN: Sí, que yo te adoro.
ARMINTA: ¿Cómo?
D. JUAN: Con mis dos brazos.
ARMINTA: Desvía.
D. JUAN: ¿Cómo puedo, si es verdad
que muero?
[...]
-Tirso de Molina-
*Fragmento de la obra teatral El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina. Aunque la autoría y la fecha de publicación es discutida, se acepta que fue creada entre 1620 y 1630 por el autor mencionado y, que, nos encontramos ante la primera aparición del mito de Don Juan Tenorio, a partir del cual surgieron otras versiones más populares.
Imagen by Nicolás Eustache |
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