GRITOS

Aquella noche mis pasos olían a humo y alcohol, mientras recitaba versos en silencio a un mundo que no se lo merecía. 

Ausente de la realidad, absorto en aquel poema perdido que reproducía como un autómata, buscando algún refugio, algún consuelo entre sus letras; parecía caminar a la deriva, sin más rumbo que el que quisiera el corazón que siguiese. No había más que hacer, él siempre supo más que yo. 

Un semáforo en rojo, el grito urgente de algún chiquillo jugando con sus amigos, un llanto de bebé, la mudez de un anciano que es llevado en silla de ruedas, encerrando los secretos de una vida sin duda apasionante… Son los GRITOS con los que la vida me pide que abra los ojos. Pero no, no lo haré. Vivir me duele. 

Deambulo en la oscuridad, portando dulces recuerdos y un doloroso estrangulamiento en la base del cuello, una pugna mortal por evitar que un mar de lágrimas emerja en cascada de mis ojos. Pienso en los problemas de los demás, esos problemas que te cuentan como si la vida se te fuera en ello, con las claras reminiscencia de una edad que nunca entendió la madurez; salvo para las cosas en las que sí interesaba ser maduro. 

¡Joder, cómo me gustaría ser un inmaduro ahora mismo! 

Ser tan jodidamente inmaduro como para poder permitirme la irresponsabilidad de no tener que vivir esta realidad, permitirme perderme en mis pasos en algún ligar de esta asfixiante y siempre caliente ciudad; permitirme… Perderme en los versos de algún poeta olvidado en la vida y en la muerte. 

No. 

Esto no funciona así. 

Aquella noche mis pasos me llevaron a decirle adiós por siempre. Adiós a tu manera de vivir la vida, adiós a tu manera de amar, adiós a esa vitalidad que te permitió siempre tener al lado a alguien a quien amar. 

Siempre menos hoy. Que todos decidieron ser inmaduros, para que tu muerte no les joda su felicidad. 

Todos menos yo. El que está aquí. El que más te quiere. 

Y al final, los GRITOS. Con los que la vida nos pide que abramos los ojos. 

¿Los escuchas, mi vida?

Dos manos silencian con hermosas flores del pacífico a una chica que permanece con los ojos cerrados
Imagen by Joseba Larratxe

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