DESAPARECIÓ

Desapareció. 

Fue algo silencioso, discreto. No hubo preguntas ni nadie que lo echase de menos lo suficiente como para darle la despedida que sí se merecía. Había sido como un padre para muchos de nosotros y se había marchado por la puerta de atrás, la puerta de los cobardes. La puerta de los indeseables. 

Nadie lo echó de menos hasta que alguien lo necesitó. Entonces, se removió cielo y tierra para encontrarlo y se descubrieron sentimientos hacia esa persona que habíamos enterrado en lo más profundo de nuestra mente. Y, como un tesoro recién encontrado, recordamos vivencias y momentos con él. 

Con aires de suficiencia y de superioridad moral las personas adecuadas comenzaron a elaborar un mosaico de respuestas que encajaban con la realidad. Y entre bocas abiertas y miradas incrédulas comprendimos que la puerta de atrás es también la puerta de los que tienen un problema grave. 

Y, asumiendo ese problema, cruzarla es el último acto de honorabilidad que nos queda. 

Pero eso no cuenta. Es mejor pensar que escapó como una rata. Una rata a la que tanto debíamos. 

Desapareció. 

Espero que ya nos haya enterrado en lo más profundo de su mente.

Desapareció.  Fue algo silencioso, discreto. No hubo preguntas ni nadie que lo echase de menos lo suficiente como para darle la despedida que sí se merecía. Había sido como un padre para muchos de nosotros y se había marchado por la puerta de atrás, la puerta de los cobardes. La puerta de los indeseables.  Nadie lo echó de menos hasta que alguien lo necesitó. Entonces, se removió cielo y tierra para encontrarlo y se descubrieron sentimientos hacia esa persona que habíamos  enterrado en lo más profundo de nuestra mente. Y, como un tesoro recién encontrado, recordamos vivencias y momentos con él.  Con aires de suficiencia y de superioridad moral las personas adecuadas comenzaron a elaborar un mosaico de respuestas que encajaban con la realidad. Y entre bocas abiertas y miradas incrédulas comprendimos que  la puerta de atrás es también la puerta de los que tienen un problema grave.  Y, asumiendo ese problema, cruzarla es el último acto de honorabilidad que nos queda.  Pero eso no cuenta. Es mejor pensar que escapó como una rata. Una rata a la que tanto debíamos.  Desapareció.  Espero que ya nos haya enterrado en lo más profundo de su mente.
Imagen by ministeriocrecer.org

Comentarios

Entradas populares