Mis pies en el agua

- ¿Sabes lo que hice hace un par de semanas?

Esa mirada de niña traviesa hizo que prestara aún más atención a sus palabras.

Hablaba con todo el mundo, era extrovertida y simpática, pero yo sabía que en el fondo, detrás de esa sonrisa, ella estaba triste. 
Sabía que lo había pasado muy mal. Después de la caída tuvo que permanecer en cama más de seis semanas, dos operaciones, clavos, tornillos, placas –vamos, una ferretería en el tobillo- y después una dura recuperación que no acababa nunca, las muletas, el no poder apoyar el pie, el dolor… ¡ay, el dolor!

Sabía que tenía mucho miedo a no volver a ser la que era, a no recuperar la normalidad, a no poder trabajar como antes y también sabía que soñaba con poder caminar libre.

Entonces me susurró:

- Después de tanto tiempo mala, me dije a mí misma: ¡cuando esté buena iré a la playa y me haré una foto de mis pies andando, de mis pies en el agua!


¡Y lo consiguió!… esa acción tan sencilla que todos hacemos sin apreciar su valor, fue el mejor regalo que la vida le había dado en muchos años… 


*A mi amiga Carmen, que vuelve a caminar con "normalidad" gracias a su gran fuerza de voluntad.

Imagen by C.G.S.












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