HORTUS CONCLUSUS

[...] En la otra orilla del río, en el barrio de Triana, había otra Sevilla que habitaban marineros y gitanos y donde no había sitio para la respetabilidad distinguida. Solidaridad, buen humor, aprecio del ingenio y la belleza física y apetito de placer junto a una intensa fe religiosa arraigada en la experiencia vital; estos era, y siguen siendo, los rasgos característicos del andaluz. En ningún otro lugar la religión tiene una encarnadura tan física como en Sevilla, tan incorporada al tejido social, tan alojada en la costumbre y materializada en signos visibles e imágenes de culto. Cada barrio y hermandad posee su propia Virgen, que para el extraño resulta indistinguible de cualquier otra, pero para el iniciado es un centro único de devoción personal y lealtad de grupo. Sevilla, además de ser la ciudad de Don Juan, era también la ciudad de maría, orgullosa de haber sido la más antigua y acérrima defensora del dogma de la Inmaculada Concepción desde mucho antes de ser aceptado por Roma. Incluso el pedigüeño que llamaba a la puerta invocaba el nombre de María con la fórmula <Ave María Purísima>, a la que se respondía desde el interior con un <sin pecado concebida>. Cada día comenzaba con el guía de la procesión del alba que iba cantando por las calles su melodiosa llamada a unirse a la fe de la Madre de Dios.

Esta religión popular ignoraba la teología y prescindía del clero, tal vez con la sola excepción de los frailes, quienes por lo general entendían la naturaleza humana tal como es y cuyo estilo poco sofisticado e ingenioso sentido del humor les valía el trato receptivo y tolerante de las gentes. Así era aquel agradable fraile joven que Joseph Townsend conoció a bordo de un barco en el Guadalquivir, que miraba a las muchachas, tocaba la guitarra y, al final de la travesía, acabó llevándose su equipaje. [...]

-Martin Murphy-

*El ensueño de la razón. La vida de Blanco White (fragmento del capítulo I: Hortus Conclusus)

Retrato de José María Blanco y Crespo (Blanco White)
Retrato anónimo de José María Blanco y Crespo (Blanco White). Sala de profesores de la Universidad de Sevilla (c. 1808)


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