EL MUNDO

Nunca tuviste sentido para mí… 

El mundo en el que me toca vivir es un mundo que quiere estar conectado entre sí pero solo dibuja solitarias islas, caminando con prisas, hacia algún punto o hacia la nada. Pensando siempre en vivir al día, al momento. Una sociedad que se da golpes de pecho por ser atea y progresista; tecnológica y materialista. 

¿Cuándo dejaste de preguntarte por el mañana? 

¿Cuándo dejaste de sentir? 

Esta sociedad de mis amores y mis odios, que me hace apretar los puños y agachar la cabeza de pura indignación. No te comprendo, no te siento. Solo eres mi contexto, mi fondo del escenario situado como una broma divina. Y sin embargo, no puedo entender mi existencia sin ti. Porque en lo más profundo de mi ser sé que estoy aquí para ser tu contrapunto, cargado de valores y principios para demostrar que nos merecemos algo mejor. 

A veces, me haces mirar al cielo. Estoy cansado de luchar a contracorriente. De rodearme de gente que representen los valores más rastreros que puede encarnar el ser humano. Deseo sentarme y que el viento me lleve, pero el camino continúa. 

Y cuando más desesperado me tienes, cuando más opaco se vuelve todo; me presentas una sonrisa compresiva, una mano amiga que busca el peso de mis hombros y la explosión multicolor de infinitos universos en sus ojos. 

Sigo pensando que estoy acabado, pero la miro a ella y me haces sentir el hombre con más suerte del mundo, porque, ahora… Ahora sí que tienes sentido para mí.

El universo se extiende infinito con una gama de colores roja y azul y un lucero brillante al fondo
Imagen by Julián Ramírez

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