NADA



Sentada sobre un silla blanca y,
apoyada en una mesa del mismo color, 
contemplo cómo el viento
ondea levemente 
las cortinas pulcras de mi habitación. 
Escucho el silencio…

Noto cómo mi cuerpo
no es mío realmente,
ni si quiera lo pedí prestado.
De nuevo, a solas con ese silencio,
quiero escucharlo…

Late, de eso no hay duda,
late porque está vivo, pero no vive… 
Es difícil salir de esa cárcel
cuando te rodea la nada.

La nada es gris.
Es un gris insulso, monótono, sin gracia,
que te consume, que te arrastra.
Y quiero huir,
y quiero salir hacia mi verdadero cuerpo.
 
Ese corazón rojo,
fuerte,
que late,
que éste sí...
VIVE.
 
La mar nublada.
Imagen by Flickriver

Comentarios

Entradas populares