LA POESÍA

La tarde late tranquila y fresca a la sombra de los cipreses. Pasea despacio, dejándose inundar de los aromas y sonidos del camino. El viento mece las copas de los árboles, dejando su suave canción de primavera, acompañada del trino, repentino y vivaz, de mirlos y golondrinas. Miles de años hablan desde la muralla que se extiende a su lado. Imaginar al rey nazarí, entrando a palacio por aquel sendero, estremece sus pensamientos.

No se extraña de encontrar, entre todas esas sensaciones, la nostalgia y melancolía de hacer este empinado camino, ahora en soledad. El agua que corre a su vera, otrora juego de manos y risas, discurre fría, sin barco de papel surcándola.

El azahar golpea sus sienes y cierra los ojos para quedarse con todo el aroma de siglos de historia y cultura. Un gato, agazapado tras un seto, sale corriendo y le devuelve al presente.

En el viejo banco de piedra, a los pies de Ángel Ganivet, se sienta y escribe: 

Los días huelen a flores 
cuando los pájaros cantan de azul. 
Nadie se va del todo 
si el corazón 
continúa guardando su fragancia. 

Por un efímero instante, la vida le permite ser poeta. Tan solo había que recoger la poesía…


Fuente del tomate y el pimiento junto a la estatua homenaje a Ángel Ganivet, en el bosque de la Alhambra
Imagen by José Antonio Hernández (micarretefotográfico.blogspot.com)

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