DÍA MUNDIAL DEL TEATRO

“Escribir teatro es el trabajo más difícil que más fácil parece”. (Enrique Jardiel Poncela)


       No hay mayor placer para una actriz o actor que poder interpretar. Sentir de lleno que eres otra persona, que piensas, hablas, andas, gesticulas… de otra forma, de la manera en la que has tomado como tuya, mientras dure la obra. Dejar de lado tu ser para encarnar a otro. DAR VIDA.
 
Sólo tienes que pisar el escenario, esperar a que se abra el telón, y controlar esos nervios, esa emoción descomunal que como rayos potentes de luz, te atraviesa, te embriaga, y recorre desde las puntas de tus cabellos hasta las uñas de los pies… pura energía.

Contén esos impulsos y manifesta, actriz, actor, con alma tu texto, y ahora sí, ACTÚA...

“ Cuando el corazón está embargado de pasión, están cerrados los oídos al consejo, y en tal tiempo las palabras sensatas, en lugar de amansar, acrecientan la saña.” (La Celestina, 1499, de Fernando de Rojas).

“ Yo sueño que estoy aquí / destas prisiones cargado, / y soñé que en otro estado / más lisonjero me vi. / ¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño: / que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son.” (La Vida es Sueño, 1635, de Pedro Calderón de la Barca).
 
“ ¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, / que en esta apartada orilla / más pura la luna brilla / y se respira mejor? / Esta aura que vaga, llena / de los sencillos olores / de las campesinas flores / que brota esa orilla amena; / esa agua limpia y serena / que atraviesa sin temor / la barca del pescador / que espera cantando el día, / ¿no es cierto, paloma mía, / que están respirando amor?” (Don Juan Tenorio, 1844, de José Zorrilla).
 
“ ¿Por qué me engañaste? ¿Por qué me dijiste / que en ti los amores y la fe habían muerto? / ¿Por qué me dijiste que esos labios rojos / que me vuelven loca, no darían más besos? / ¿Por qué me dijiste que tus ojos claros / nunca mirarían con loco deseo? / ¿Por qué me dijiste que no me abrazabas / porque las traiciones tanto mal te hicieron, / que en huelga tranquila de brazos caídos / tus brazos nervudos por siempre cayeron? / ¿Por qué me engañaste, Renato? Responde. / Ya ves que, llorando, mis penas te cuento.” (La Venganza de Don Mendo, 1918, de Pedro Muñoz Seca).
 
“ Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca. Seré lo que él quiera que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por los que dicen que son decentes, y me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado.” (La Casa de Bernalda Alba, 1936, de Federico García Lorca). 
 
 
Telón de escenario abriéndose.
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