HELENA LUCRETIA, PRIMERA MUJER LICENCIADA DEL MUNDO

Elena Lucrezia Cornaro Piscopia es conocida como la primera mujer licenciada del mundo, habiendo obtenido su título en Filosofía en la Universidad de Padua, en 1678.

Hija natural del noble Giovanni Battista Cornaro, procurador de San Marco, y de la plebeya Zanetta Boni, nació en Venecia en 1646, siendo la quinta de siete hijos. Fue inscrita en el libro de oro de los nobles a la edad de 18 años, cuando su padre desembolsó 100.000 ducados para convertir en patricios a ella y a sus hermanos. Pronto se mostró muy interesada por el estudio, apoyada por su padre, que estaba decidido a aprovechar las cualidades de Elena para restaurar la importancia de la familia Cornaro. Con este fin, la confió al teólogo Giovanni Battista Fabris, al latinista Giovanni Valier, al helenista Alvise Gradenigo, al profesor de Teología Felice Rotondi y al rabino Shemel Aboaf, con quien Elena aprendió hebreo. Estudió también español, francés, árabe, arameo, y llegó a poseer una profunda cultura musical. Se especializó en oratoria, dialéctica y filosofía, recibiendo clases de la última por parte de Carlo Rinaldini, profesor de la Universidad de Padua y amigo de su padre. 

Junto a la pasión por el estudio, Elena cultivaba una auténtica vocación religiosa, que la empujó a convertirse, a los diecinueve años, en oblata benedictina. Esta decisión decepcionó a sus padres, que tenían la intención de desposarla, pero les evitó la desilusión de una reclusión monástica y permitió a la joven vivir según las normas benedictinas. En 1677, presentó la solicitud para licenciarse en Teología, pero el canciller del Estudio paduano, el cardenal Gregorio Barbarigo, rechazó firmemente su solicitud. Gracias a la intervención de Rinaldini, Elena Lucrezia pudo finalmente licenciarse el 25 de junio de 1678 en Filosofía, en lugar de en Teología, como deseaba inicialmente.

Elena, que había cursado sus estudios enteramente en Venecia, se transfirió a Padua después de licenciarse, yendo a vivir al Palazzo Cornaro, cerca de la basílica de San Antonio. Su constitución física, ya débil, había sufrido duras pruebas debido al estudio y a su vida totalmente austera; enfermaba con frecuencia, incluso durante largas temporadas, hasta que murió en julio de 1684. Se le dio sepultura en la iglesia de Santa Giustina en Padua. 

Durante mucho tiempo, fue considerada, por parte de sus familiares, como un fenómeno que exhibir, una mujer erudita capaz de mantener disertaciones filosóficas y hablar en latín. Vivía en soledad, rodeada de asombro, al poseer excepcionales dotes intelectuales en un cuerpo de mujer. Sin embargo, para la familia Piscopia, no fueron elementos de confirmación de la dignidad femenina, ni del derecho a competir con los hombres en el campo intelectual. Su licenciatura no fue más que una puerta cerrada inmediatamente, tanto fue así, que no hubo otra mujer licenciada en Italia hasta 1732: Laura Bassi. 

En 1773, Caterina Dolfin donó al Ateneo paduano la estatua que representa a Elena Lucrezia Cornaro Piscopia, que actualmente se encuentra expuesta a los pies de la escalinata Cornaro, en el Patio Antiguo del Palazzo Bo. Se trata de un homenaje a la primera mujer licenciada en el mundo, que hoy en día también es símbolo de la independencia femenina.


Fuente: https://www.unipd.it/
Traducción: Rocío Liáñez Andrades


Estatua de Elena Lucrezia Cornaro Piscopia en el Palazzo Bo, Padua, Italia.
Imagen by SaltaConmigo


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