El bosque abandonado

El bosque,
semidesnudo de hojas,
empieza a sentir el frío
que acompaña a no tener
lugar que te cobije.

Un triste y polvoriento camino

lo cruza desde siempre;

antes transitado día y noche,

hoy ni un reducto de almas

le dan vida.

La fundición de metales pesados

al final del camino se yergue.

Esqueleto de piedras y ventanas rotas

que ya no guardan nada,

sólo acentúan la soledad del sitio.

Casas viejas de mineros viejos,

con algunos muebles carcomidos

que sobrevivieron al expolio,

son el último vestigio

de un pueblo que antes fue.

El presente a todo devora:

al pasado que nunca estuvo,

al bosque, al camino,

a la fábrica, a las casas

... al destino.

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