Las cosas que hacemos por amor


Cuando todo terminó le dijeron que todo comenzaba. 

La relación había sido corta pero se había dejado sentir como un vendaval, había arrasado con todo lo bueno que tenía y, prácticamente, solo había dejado el envoltorio de carne y hueso que era en ese momento. 

Sus padres le estaban hablando. Frases como “ella era un problema” o “ella no te convenía”, resonaban en su cabeza como un murmullo lejano. Su mente estaba a kilómetros de distancia en el pasado, cuando la conoció. Y se miró las manos preguntándose cómo habían podido llegar a esto. 

Cuando todo comenzó, ella era la Mujer. Una chica joven y guapa, independiente, trabajadora, dulce y soñadora. Tenía un desparpajo irresistiblemente simpático. Ponía el alma en todo lo que hacía… Conforme pasó el tiempo, descubrió otra cosa que lo enamoró aún más: A veces ella presentaba una fragilidad que deseaba ser correspondida en abrazos y a él le encantaba dar los suyos por ella. 

Pero las manos, que continuaba mirando, no le decían cuándo comenzó a truncarse todo. 

Los celos, la desconfianza, los insultos empezaron a ser el pan nuestro de cada día. Los ratitos de intimidad se extinguieron, las caricias que llevaban al sexo pasaron a convertirse en abrazos discretos, buscando sus manos para no amanecer con un puñal en el pecho. Incluso lo echó varias veces de su vida, entre palabras fuertes y lágrimas ardientes de furia. 

Pero siempre volvían. 

El último recuerdo que tenía de ella era que se alejaba en un tren. Era una postal muy romántica; con un sol que había inundado por sorpresa toda la estación y ella, atrapada en ese oro, sentada en la ventanilla. Le mandaba besos con los labios que  él nunca se cansó de besar. Cuando llegó a su destino, ella lo llamó presa de los celos y la desconfianza. Él aguantó una vez más. Pero esta vez hubo algo distinto. 

Una amiga de ella, que estuvo presente durante toda la tormenta telefónica lo llamó al momento de colgar. Él se sintió muy agradecido de escuchar una voz más amable y atenta. Pero le dijo algo que le encogería el corazón hasta el mismo instante en que rompió con su novia: Corta o muere. Y es que su anterior pareja se cortó las venas por ella. 

Sus padres continuaban hablando con él. Apoyándolo por haber terminado con aquella situación. Mientras él sólo pensaba en la soledad, en la mala suerte, en los muertos de la Humanidad y en que nunca más volvería a verla sonreír. En que ella ahora le dedicaría toda su furia a otra persona y eso lo estaba destrozando. 

Las venas, que seguía mirando; principio y fin de todo. Aquel desgraciado exnovio había sido un hombre afortunado, había dado su vida por ella. 

Y mientras hablaban sus padres, él ya lo tenía todo pensado. 

Corta y muere.

pintura de un corazón rojo sangrante, hecho a mano sobre un fondo blanco
Imagen by Steve Collender

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