EL ÁRBOL DEL AMOR. EL EXTRAÑO CUENTO DE LA NAVIDAD.


      Hace mucho, muchísimo tiempo, cuenta la leyenda que en una pequeña aldea llamada Gailnín, nació el verdadero significado de la Navidad. No, no fue por el nacimiento de un niño misericordioso, ni por un hombre bondadoso que repartía regalos a los pequeños. El día tan señalado vendría por un acontecimiento nunca antes visto que haría cambiar la visión del mundo en muchos aldeanos.

Eran tiempos en los que el altruismo, la bondad y la preocupación por el otro estaban ausentes. Época de pobreza donde primordiaba llevar un almuerzo a casa, sin mirar cómo ni a quién robar.

       El pequeño Samuel vivía en una casita en mitad del campo con sus padres. La familia se abastecía con los frutos que sembraban y recogían del huerto, aunque la mitad de la cosecha era siempre sustraída por transeúntes, en general, con mucha hambre.

Un día, el niño salía como todas las mañanas a echar las semillas en la tierra, cuando vio algo que le llamaba inmensamente la atención en su mano. Entre todos los granos de color ocre que había cogido, había uno que se diferenciaba por su color rojizo. Su forma era muy peculiar, puesto que no se trataba de una semilla ovalada como las otras. Era redonda, y aunque difícil de describir en su conjunto, se podía observar que sobresalían tres minúsculas protuberancias: dos arriba y una abajo.

Aunque el primer pensamiento fue guardársela en el bolsillo como recuerdo, Samuel sabía que un solo grano era tan necesario que no podría desaprovecharse como premio. Así pues, lo sembró, pero desde aquel día no le perdió de vista a esa curiosa pepita.

Pasaron los días y en aquel mismo sitio donde tuvo lugar la siembra, un arbolito crecía con una velocidad pasmosa, tanto es así que a las dos semanas ya medía dos metros, y sus hojas eran del mismo color que la preciosa y llamativa semilla: rojas. Pero no sólo eso, también daba preciosos frutos carmesí que desconocía y que al comerlos saciaban rápidamente el hambre.

Un buen día de invierno, Samuel se encontraba enfrente del árbol mirándolo, como si de su más preciado tesoro se tratara, cuando otro niño de su edad se acercó directo a robar sus frutos. Al intentar frenar el ímpetu del pequeño agresor, ambos cayeron en la tierra pegándose uno al otro por conseguir sus diferentes objetivos. Parecía que no iban a acabar nunca la disputa, hasta que rodando por el cultivo, llegaron a tocar sin querer el tronco del árbol.

El silencio se apoderó de los dos, frenando en sus intentos por hacerse daño, se miraron y pudieron leer lo que sus ojos decían… Un cariño y amistad inmensos nacieron de inmediato, y sintieron como hermanos la necesidad de pedirse disculpas el uno al otro. Al momento se abrazaron, y mientras Samuel le ofrecía los frutos al chiquillo, vieron cómo el árbol tomaba forma de un rojo corazón. No sabían qué estaba pasando, sólo sentían amor y respeto.

      Y fue así cómo la leyenda del árbol del amor se hizo patente con los años. Llegando ciertas fechas de un reciente invierno, las personas se acercaban a él para ver cómo el espíritu de la bondad llegaba a fluir en cada uno de ellos con tan sólo ver cómo el precioso árbol rojo convertía sus ramas y hojas en un gran corazón escarlata. 


Árbol rojo en un campo lleno de hierba roja.
Imagen by El Confidencial

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