Rompe tu silencio


Silencio.

Eso es lo que produce su sola mención. La casa parece impregnarse de aquella colonia barata y asquerosa en la que se embadurnaba; se escuchan ruidos por las esquinas y ecos de lamentos lejanos. La memoria es asaltada por un sinfín de imágenes y los sentidos se erosionan. 

Hacía ya tiempo que había muerto, y su esencia aún se notaba. 

Ahí, en ese silencio es donde lo recuerdan, con la mirada perdida en algún momento anterior de la vida. En el caso de la madre, cuando le partió el corazón con el primer puñetazo. En el de la hija, cuando una noche tuvo que refugiarse bajo la cama; sintiendo cómo la infancia se le escapaba entre sus manos.

Las dos permanecen calladas hasta que una pregunta rompe la quietud.

- ¿Te arrepientes de no haberlo matado tú?

Y mientras esa madre sigue recordando la agonía que padeció, contesta:

- Me arrepiento de que lo que yo tuve que vivir con tu padre no te haya servido a ti de nada – dice con pesar, mirándola a los ojos, uno de ellos amoratado -. Porque ver que tu novio te está haciendo lo mismo que tu padre a mí, me duele más que todas las hostias que me ha dado. 

Silencio.

La joven recuerda los abrazos, los insultos, los besos, la intimidación, los “te quiero” repetidos en una cadencia enfermiza, los gritos cada vez que le espiaba el móvil… En otras circunstancias se preguntaría cómo había ido a parar a esto. Pero ya no importa. Su madre tiene razón. Esto no es amor, esto es Terror.

Coge un teléfono y marca el 016.

Escucha una voz y siente que no está sola.

Y entonces rompe su silencio.

Una mujer llama al teléfono contra la violencia de género 016
Imagen by R.A.
            

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