Dormir


Noches en vela. Sus ojeras pronunciadas lo delataban, la humedad de sus ojos era la seña de identidad de aquéllos que abrazan la noche... o que se dejan asfixiar por ella. 

Como asfixiada yacía en su cama aquella mujer que tanto lo había perseguido. Qué débil, qué poca cosa. Creyó que podría ser la dueña de sus sueños y ahora dormía para siempre. Ilusa. 

Algo le decía que esa noche podría dormir en paz, después de tanto tiempo. Tal vez sólo necesitaba un poco de emoción en su insulsa vida. Tal vez... Sí, ¿por qué no? Aquél podía ser el final perfecto del día y el inicio de una nueva vida llena de emociones.

Rostro de un hombre mirando a través de la cortinilla de una ventana
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