AMOR DEL BUENO

La amaba con locura. Cada despedida era un cúmulo de anhelos, nervios y sollozos. La esperaba de nuevo con desesperación hasta que escuchaba sus pasos y despertaba así toda la alegría que llevaba dentro. Los reencuentros desbordaban pasión llenos de juegos, saltos, besos y caricias. Sentirla era una necesidad y dormir juntas, la ocasión perfecta de acompasar sueños. Le gustaba pasear a su lado, y aunque se distraía a menudo, siempre volvía para cuidar de sus pasos. Sus pensamientos volaban junto a los de ella y jamás le pidió nada, más allá de saber que siempre que se marchaba, volvería. Por eso, estaba agradecida. Por eso, siempre se preocupaba.

Se preocupaba por ella que le puso nombre nada más sacarla de la jaula del refugio. Ella que le regaló su collar donde quedaba reflejado su eterno abrazo. Ella que jamás la volvió a dejar sola.

Nunca se perdonará tener que marcharse tan pronto y haberla dejado con ese vacío tan injusto. Pero siempre estará ahí. En su plato, en su manta, en su hueco en el sofá, en ese collar que las unía. Siempre la cuidará porque nunca dejó de quererla. 

A eso, a todo eso, lo que fue, lo que es, lo que siempre será, se le llama amor. Amor del bueno.


La preciosa perrilla Fricka sonríe a cámara
Imagen by Manuel Moreno (Frikah)
                  

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