UN BUEN HOMBRE (PRIMERA PARTE)


El presente texto es un relato novelado de un hecho real. La afirmación de Kennedy en mitad de la Crisis de los Misiles de que necesitaban a un James Bond; la actuación de Oleg Penkovsky, su agente de enlace Janet Chisholm como el arresto de Penkovsky por la delación del hasta entonces “héroe británico” y doble agente para los rusos, George Blake, es totalmente verídica.

Por motivos estéticos y con la finalidad de hacer de este relato una lectura ágil, los hechos están condensados.

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- Con el debido respeto, señor Presidente – John Fitzgerald Kennedy concentró toda su atención en el joven analista de la CIA -, y sin ánimo de que cunda el pánico; un paso en falso podría desencadenar una Tercera Guerra Mundial.

Expresarse en estos términos hizo que Martin, un joven y prometedor analista de la CIA, tuviera que tragar saliva. Sudaba copiosamente y la presencia de todos aquellos altos mandos militares, curtidos en la guerra, con el semblante serio e impasible, tampoco le ayudaba a expresarse mejor. En pocas palabras, estaba muerto de miedo.

Y eso que había omitido lo que consideraba que era el detonante de lo que estaba ocurriendo, el lamentable error de la incursión militar americana en Bahía de Cochinos. Algo que tuvo la precaución de manifestar, pues era sabido por todos que había miembros de la cúpula militar que estaban cuestionando la capacidad de Kennedy por aquel desastre.

- Ese cerdo comunista de Kruscheff – comentó peyorativamente uno de ellos –, cree que nos tiene cogidos por los huevos – miró en derredor, buscando apoyo -. Tenemos que entrar ahí, señor Presidente. Está claro que esto es un pulso que nos están echando.

Kennedy continuó mirando a Martin. 

- Tranquilo, hijo – dijo, dirigiéndose al joven, percatándose que lo estaba pasando francamente mal -, está siendo un día complicado para todos. Perdóname, ¿cómo has dicho que te llamabas? – preguntó en tono conciliador.



- Martin, señor – contestó rápido y tartamudeando.

- También yo estoy algo nervioso – y le dedicó una sonrisa para insuflarle confianza -, ¿qué posibilidades de éxito tenemos, Martin?

Con la seguridad en sí mismo restablecida, Martin contestó sin dudar.

- Si entramos en Cuba hay muchas posibilidades de que vuelva a repetirse un fiasco como el de Cochinos, señor. Sabemos que están desembarcando toneladas de armamentos correspondientes a misiles de alcance intermedio R6, R12 y R14, que estarán armados antes de que podamos entrar. Por otra parte, nuestro servicio de información ha descubierto en la isla al general Issa Pliyiev – Martin volvió a tragar saliva -, tiene autorización para lanzar misiles contra nosotros sin que antes tenga que pedir confirmación a Moscú.

- ¿Dónde harían su impacto? – preguntó el Presidente.

- Nu… Nueva York, Señor. 

Se hizo un silencio sepulcral en el Despacho Oval. Los ojos de Kennedy cayeron de pasada sobre el teléfono rojo. Miró uno a uno a sus generales. Algunos asentían indicando que la guerra era la única opción. Otros confiaban en cualquier cosa que hiciera el mandatario.

El Presidente se levantó de su silla y miró a través de la ventana. Fuera hacía un día precioso. Apabullado por la situación, lanzó un comentario al aire:

- Necesitamos un James Bond.

Muchos se miraron entre sí, creyendo que el Presidente se había vuelto loco o que no podía hacer frente a la situación. Pero a Martin se le ocurrió una idea.

- Puede que tengamos a uno, señor – se aventuró a comentar -. Pero es Alto Secreto.

Kennedy captó la mirada significativa de su analista y con sus disculpas por delante solicitó a su Alto Mando que abandonase por unos minutos el Despacho. 

- Infórmame.

- Señor Presidente, tenemos un hombre en Moscú…


(continuará)



La sombra del Presidente de los E.E.U.U. se proyecta delante de las cristaleras del Despacho Oval
Imagen by George Tames via NY Times

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