MÁS QUE UNA MELENA

 Elena

Si hay una palabra que pueda describirla, ésa sería dulzura.

Desde pequeña, su manera de hablar, su tranquilidad, su forma de expresarse y la paz que transmitía le habían dado ese calificativo.

Una niña dulce, con buenos modales, amiga de sus amigos, involucrada en un sinfín de causas imposibles y dispuesta a cualquier cosa por ayudar a quien lo necesitase.

Su bien más preciado era su larga cabellera, apenas cortada unos centímetros al año para sanearla, que caía suavemente a los lados de su cara redondeada formando ondas con un color castaño dorado.

Estupenda estudiante, había terminado sus estudios de bachillerato y la nota de Selectividad le llegó para la carrera para la que estaba predestinada... Veterinaria.

Como anillo al dedo, ni un pequeño gorrión con la patita rota se libraba de sus atentos cuidados.

Todo preparado para comenzar una nueva etapa de su vida, lejos de sus padres, en una nueva ciudad, le llevaría a conocer nuevos amigos y entablar nuevas relaciones sociales.

Le gustaba hablar con la gente en los recreos, algunos la miraban extrañados; ya que, en una época en la que el móvil se había convertido en amigo inseparable, pocos eran los que se relacionaban con una amigable charla de pasillo.

Y así fue como conoció a Marta.


Marta

Era la antítesis de Elena: desde pequeña había sido una niña retraída, tímida, con pocos amigos y escasas relaciones.

Sus únicos compañeros de juego eran sus libros y sus peluches de animales, a los que adoraba.

Sus padres, con pocos recursos y de un pequeño pueblo de Extremadura, sólo podían enviarla a estudiar con una beca, por lo que el esfuerzo que realizaba era doblemente intenso para conseguirlo.

Pero al fin llegó la carta que tanto ansiaba, la admisión en la carrera que había soñado desde niña: Veterinaria.

Marta era una niña delgadita, con un tono de piel blanquecino, apenas rozado por el sol.

Nunca había visto el mar; lo más cerca que había estado del agua era el río de su pueblo en época estival.Tampoco podía ponerse mucho al sol para no quemar su piel. Tenía que tomar vitaminas porque se le caía el pelo y siempre había deseado tener esas largas cabelleras de los anuncios de champú.

Para ella, salir de su casa, dejar a sus padres y empezar una carrera en una ciudad era el reto más difícil al que se iba a enfrentar en su vida.


Elena y Marta

La primera vez que Marta vio a Elena, se quedó alucinada al ver su hermosa melena; era lo que ella siempre había soñado y nunca podría tener.

Ver a esa chica tan risueña, rodeada de amigos, relacionándose con todos era algo extraordinario, pero ella era invisible... o al menos eso creía.

El curso ya estaba avanzado y comenzaba a hacer calor, los recreos se animaban en pequeños corrillos de alumnos, pero Marta permanecía sentada sola apartada del resto y esta vez lloraba.

Elena se acercó al verla y no dudó en preguntarle qué le pasaba y si podía ayudarla. Marta se quedó sorprendida, pero al mismo tiempo era como si la conociera de toda la vida.

Marta contó a Elena la noticia que cambiaría su vida para siempre; en sus manos llevaba los resultados de las pruebas médicas que le habían estado realizando los últimos días. Tenía cáncer de mama.

Elena la abrazó con fuerza queriendo transmitirle todo su apoyo.

- No estás sola.

No necesitó decir nada más; desde entonces, se hicieron inseparables.

Poco a poco el pelo de Marta se fue cayendo debido a los tratamientos y Elena le regaló un bonito pañuelo para la cabeza.

Un día, Elena paseaba por el centro y se detuvo a mirar un escaparate con un cartel que llamó su atención. No lo pensó dos veces y entró. En poco más de una hora ya estaba fuera, respiró hondo y se dirigió al campus. Nunca se había sentido más orgullosa de algo como ese día.

Cuando Marta la vio, no daba crédito a sus ojos.

- ¡¡Te has cortado el pelo!!

- Sí, renovarse o morir, así estoy más fresquita.

Tres días después recibió un mensaje en el móvil que decía: "Tu regalo está listo".

Rápidamente se dirigió a la habitación de Marta en la residencia y las dos pusieron rumbo al centro.

Cuando llegaron, se detuvo en la puerta. Marta la miró extrañada.

- ¿Me has traído a una peluquería?, ¿vas a cortarte más el pelo?

- No, voy a darte tu regalo.

El pelo de Elena había servido para hacer una peluca para Marta. La larga cabellera, las ondulaciones y los tonos dorados descansaban ahora sobre sus hombros.

Se miraron en silencio y las dos amigas se fundieron en un abrazo que emocionó a todos los allí presentes.

En la cara de Marta, su sonrisa, daba una nueva luz de esperanza a su vida...


-Artillera-
(Colaboradora)



Mariposa y lazo rosa para recordar el día del cáncer de mama
Imagen en https://mx.emedemujer.com

Comentarios

  1. Una historia que emociona y acaricia el alma. Lo cierto es que este detalle que hacen tantas mujeres es hermoso. Como regalan su cabello a aquellas otras que además, han perdido mucho más que el pelo, y es muchas veces las esperanzas. Es regalarles una sonrisa, una ilusión y una nueva esperanza.

    Besos :D

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    1. Así es, Margarita. Afortunadamente, la sororidad está mucho más presente de lo que nos quieren hacer creer. Somos amigas y hermanas. Gracias por pasarte.

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