Jack O´Latern

Cuenta la tradición popular de las mágicas tierras de Irlanda que, hace ya muchos años, existía un granjero llamado Jack que no gustaba mucho del trabajo duro propio de su profesión, de modo que se pasaba los días vagueando, tumbado debajo de los árboles. Pero no era ese su único defecto, ya que además era un hombre codicioso, vengativo, adicto al juego y a las bebidas fuertes. 


Una de sus noches de borrachera, concretamente la Noche de Brujas (31 de octubre), había acudido a la taberna para empinar el codo hasta que saliera el sol. Mas fue tal el desmedido consumo de alcohol que hizo, que se le acabó todo el dinero y no tenía con qué pagar al tabernero. Entonces, un extraño personaje surgió de entre la multitud y se le acercó ofreciéndose a pagar su cuenta a cambio de que le concediera su alma. 

Aquel extraño personaje era el mismísimo Diablo, por supuesto. Pero no había contado con que Jack, aparte de holgazán y juerguista, era también astuto y sagaz, y cuando reconoció al Señor de los Infiernos ideó un plan para hacerle su prisionero por puro placer. El granjero accedió a ceder su alma al Diablo y le propuso que se convirtiera en moneda para poder pagar sus rondas de bebida. Pero cuando El Diablo se transformó en moneda, Jack rápidamente la cogió y la guardó en su bolsa donde tenía una cruz metida. El Diablo no tuvo forma de escapar y quedó así a merced de Jack. El taimado bebedor le exigió entonces al Diablo que, si quería volver a ser libre, no reclamara su alma en un plazo de 10 años. Satanás no tuvo más remedio que aceptar.

Cuando por fin pasaron los diez años, El Diablo regresó en busca de Jack y de su alma. Le encontró durmiendo debajo de un manzano, como hacía casi siempre cuando se hallaba en el campo. Jack le dijo al Diablo que le cedería con gusto su alma pero le suplicó que antes le bajara una manzana del árbol, para poder disfrutar de un último bocado en el mundo de los vivos. Pero cuando el Diablo se subió al manzano sin la menor preocupación, Jack talló con presteza una cruz en el tronco, con lo cual el Diablo quedó atrapado en la copa del árbol. Y esta vez Jack fue más severo con su exigencia al irritado Dueño de Las Tinieblas, ya que le ordenó que nunca jamás volviera a reclamar su alma,. Pero no podía ni sospechar la condena que se estaba autoimponiendo con esta acción. 

Así, llegó la hora en que la muerte vino a buscar a Jack, pero su vida de fechorías hacía imposible su entrada en El Cielo, por lo que no le quedó más remedio que descender más allá de todas las profundidades del mundo, hasta la misma Puerta del Infierno. Pero he aquí que Satanás guardaba un profundo rencor a y no le permitió de ningún modo la entrada a sus dominios. Jack se quedó entonces si saber qué hacer ni dónde ir. Pero si él había sido malévolo en vida, el Príncipe de la Oscuridad no se quedaba atrás, y le lanzó a Jack una brasa para que pudiera ver mejor el triste y solitario camino sin meta que iba a recorrer por los siglos de los siglos. Aquella brasa no podía apagarse pues procedía de los inextinguibles fuegos infernales (el fuego fatuo), así que Jack vació un nabo que llevaba guardado para comer e introdujo la brasa dentro de él,  creando así una especie de farolillo. 


Todavía hoy hay quien puede ver el alma de Jack vagando melancólica por las tinieblas de la noche con su farolillo, buscando en vano un lugar donde hallar la paz y el descanso que le fue negado para la eternidad.



Versión de la leyenda celta sobre "Jack O´Latern" o "Stingy Jack", precursora de los farolillos que se usan en Halloween, tanto en Europa como en EEUU, donde se sustituyeron por calabazas al no tener plantaciones de nabos en la época. Estos farolillos ahuyentan a las almas errantes y en España, sobre todo en tierras del norte, aún se tallan nabos, con ojos y boca, para llenarlos de luz en la noche de difuntos, todos los 31 de octubre.


El codicioso Jack sujeta su lámpara tallada en un nabo, para guardar el fuego fatuo con que iluminar su eterno camino de desdicha.
Imagen by ArqueHistoria

Comentarios

Entradas populares