LUNA DE SANGRE

Huele a verano.
Sopla el viento calmo
en la templanza de las azoteas.
Se viste la noche serena
en horizontes que arden
de naranjas y violáceos colores.

Huele a pasado.
A soledad seca, áspera, abarrotada.

La luna saluda, triste quizá.
Luna de sangre que rompe
el horizonte consciente
de la muerte que le espera.

La luna huele a presente.
A soledad húmeda, suave, vacía.

El planeta se interpone
entre ella y el sol.
Su luz se va apagando
y la oscuridad se llena de sabores.
La belleza del firmamento
rescata recuerdos mientras
mueren ilusiones o
se rescatan esperanzas.

La noche lo llena todo
y dejamos morir nuestro
propio dolor, inmerso en el ajeno.
La tiniebla pide un abrazo,
        ese beso,
             tu mano...

La luna ya no es de sangre.
Reivindica su lugar.
El planeta se retira y el sol
vuelve a iluminar su silueta.
La luna sonríe ahora.
El pasado quedó en la noche.
El futuro es el presente
en cuarto creciente
hasta llenarse de luz.

Mañana volverá la luna.
No hay muerte cuando
los corazones laten.

Mañana no habrá eclipse.
La magia solo nace en
las manos adecuadas.





La luna de sangre se divisa sobre las copas de los árboles
Imagen by @RichCondit

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