SIN MIRAR ATRÁS

Haces las maletas. Va a ser mucho tiempo. Todo te parece importante… y nada también. “Un jersey más. Y esta chaqueta para eventos o entrevistas”. Da igual que no uses chaquetas, se te pasan mil cosas por la cabeza y no atinas a poner orden. 

Los sentimientos también se te desordenan. El corazón se te vuelve loco y te invade una sensación de nervios y amargura, la boca se te seca, y las tripas te dicen que todo irá bien. Que vas a conocer un nuevo mundo, que vas a hacer tu propio camino. A ratos, detestas ese nuevo camino. A ratos, ansías que pasen los días para no darle más vueltas. A ratos, te arrepientes. A ratos, estás deseando largarte. 

“Otro par de zapatos. Este peluche, aquel libro, ese cuaderno”. Necesitas tener cosas tuyas, cosas que lleven impregnado un trocito de tu vida, como cuando te llega una bocanada de aroma familiar; sí, ése que huele a tu madre, y se te pone la piel de gallina. 

Te vas a perder muchas cosas, eres consciente, pero tienes otras tantas que encontrar.

Cuando emigras, todo tú eres un caos. “Y ahora, coge la maleta y vete, sin mirar atrás”. 

Imagen en LuisMadrid.es

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