LA MALETA

Esta vez amaneció sin lluvia, lucía el sol y la temperatura era la ideal para salir con una sola manga de camisa. Marchó de casa y sin despedirse de nadie, anduvo rumbo al norte.

No sabía lo que buscaba, ni a qué se dedicaría cuando el dinero ahorrado para la ocasión, gastase.

En su maleta sólo llevaba lo que para ella consideraba imprescindible, el resto ya lo conseguiría con el paso de los días. Pero no se trataba de una maleta cualquiera, era vieja y carcomida, y dentro había una colección de máscaras, caretas para todas y cada una de esas jornadas de viaje. Se trataba de antifaces mágicos, que al colocárselas podría ser una persona diferente, con rostro, personalidad y cuerpo, en general, distintos. Y daba igual cómo vistiese, de qué color era su piel, su pelo, sus ojos... Daba igual si al situarlas en su faz se convertía en una persona más alta, más baja, más gruesa o más delgada. 
En su aventura, pudo comprender que el poder de una sonrisa, la fuerza de la alegría, no se equiparaba con máscaras de cualquier otra emoción... esa sonrisa abría puertas para conocer a otras personas, a otros mundos, a otros retos... con sólo arquear sus labios hacia arriba.


Imagen by Mentes en Equilibrio

Comentarios

  1. Una sonrisa puede hacer que el mundo se ilumine, al menos, que respire, porque muchas veces no nos damos cuenta de la tensión que soportamos. De repente, de detienes y haces eso, arquear ligeramente los labios hacia arriba... y el aire vuelve a circular con libertad.
    Besos :D

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    1. Efectivamente, Margarita, a veces no nos percatamos del poder tan positivo que tiene una sonrisa, no sólo viéndola en rostros ajenos, además generándola en nuestros propios labios. Es un placer ver tus comentarios. Mil gracias.

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