EL PERRO DEL HORTELANO
[...]
Cierto que vuseñoría,
perdóneme si me atrevo,
tiene en el jüicio a veces,
que no en el entendimiento,
mil lúcidos intervalos.
¿Para qué puede ser bueno
haberme dado esperanzas
que en tal estado me han puesto?
Pues del peso de mis dichas
caí, como sabe, enfermo
casi un mes en una cama
luego que tratamos desto.
Si cuando vee que me enfrío
se abrasa de vivo fuego,
y cuando vee que me abraso
se yela de puro yelo,
dejárame con Marcela.
Mas viénele bien el cuento
del perro del hortelano:
no quiere, abrasada en celos,
que me case con Marcela
y, en viendo que no la quiero,
vuelve a quitarme el jüicio
y a despertarme si duermo.
Pues coma o deje comer,
porque yo no me sustento
de esperanzas tan cansadas,
que si no, desde aquí vuelvo
a querer donde me quieren.
DIANA
Eso no, Teodoro, advierto
que Marcela no ha de ser.
En otro cualquier sujeto
pon los ojos, que en Marcela
no hay remedio.
[...]
«El perro del hortelano» es una comedia escrita por Lope de Vega, publicada en la Oncena parte de las comedias de Lope Félix de Vega Carpio en Madrid, en 1618, al cuidado personal del propio autor. Procede por una expresión idiomática: «Ser como el perro del hortelano, que no come ni deja comer»; el perro es un animal no vegetariano que no come los vegetales del huerto de su amo, pero no deja que los otros animales los coman. Toda la frase se refiere al argumento de la obra y significa que la condesa Diana no puede amar a Teodoro y por eso, no lo deja amar o ser amado por cualquier otra persona.
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