MEMORIAS DE LEONOR LÓPEZ DE CÓRDOBA
«Sepan, pues, quienes vean este escrito que yo, doña Leonor López de Córdoba , hija de mi señor el maestre don Martín López de Córdoba y de doña Sancha Carrillo, a quien dé Dios gloria y paraíso, juro por este significante de la cruz que yo adoro, que todo lo que está escrito aquí es verdad que lo vi y que me pasó. Y lo escribo en honra y alabanza de mi Señor Jesucristo y de la Virgen Santa María, su madre que lo parió, para que todas las criaturas que padezcan tribulación estén seguras de que yo espero de su misericordia que, si se encomiendan de corazón a la Virgen Santa María, Ella las consolará y socorrerá como me consoló a mí; y para que quien lo oiga sepa la historia de todos mis hechos, y de los milagros que la Virgen Santa María me mostró. Y es mi intención que quede en la memoria. Y lo mandé escribir en la forma en que lo veis.
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Mi padre me casó a los siete años con Ruy Gutiérrez de Hinestrosa, hijo de Juan Fernández de Hinestrosa, camarero mayor del señor rey don Pedro y su canciller mayor del sello secreto y mayordomo mayor de la reina doña Blanca, su mujer, casado con doña María de Haro, señora de Haro y de los Cameros. A mi marido le quedaron de su padre muchos bienes y muchos lugares; tenía hasta trescientos caballeros suyos, y cuarenta madejas de perlas tan gruesas como garbanzos, y quinientos moros y moras y vajilla por valor de dos mil marcos de plata; y las joyas y preseas de su casa no se podrían escribir en dos pliegos de papel. Esto le tocó de su padre y de su madre porque otro hijo y heredero no tenían. A mí me dio mi padre veinte mil doblas al casarme.
Y residíamos en Carmona, con las hijas del señor rey don Pedro, mi marido y yo y mis cuñados, maridos de mis hermanas, y un hermano mío que se llamaba don Lope López de Córdoba Carrillo. Mis cuñados, que eran hijos de Álvaro Rodríguez de Aza y de doña Constanza de Villalobos, se llamaban uno Fernán Rodríguez de Aza, señor de Aza y Villalobos, otro Ruy García de Aza, y el otro Lope Rodríguez de Aza.
Y ocurrió que cuando el señor rey don Pedro quedó cercado en el castillo de Montiel por su hermano el señor rey don Enrique, mi padre bajó a Andalucía a llevar gente para socorrerle; y, al llevarla, se encontró con que había muerto a manos de su hermano. Vista esta desgracia, tomó el camino de Carmona, donde estaban las señoras infantas, hijas del señor rey don Pedro y parientes muy cercanas de mi marido, y mías por mi madre».
Este fragmento pertenece a las «Memorias de Leonor López de Córdoba», obra también conocida como «Vida y tragedias de Leonor López de Córdoba. Memorias». El citado texto, conformado por nueve páginas en forma de relato corto, es considerado una de las primeras autobiografías en lengua castellana; y, por supuesto, la primera escrita por una mujer. La historia fue dictada en Córdoba entre 1401 y 1404.
Este fragmento pertenece a las «Memorias de Leonor López de Córdoba», obra también conocida como «Vida y tragedias de Leonor López de Córdoba. Memorias». El citado texto, conformado por nueve páginas en forma de relato corto, es considerado una de las primeras autobiografías en lengua castellana; y, por supuesto, la primera escrita por una mujer. La historia fue dictada en Córdoba entre 1401 y 1404.
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