EL SACRISTÁN FORNICARIO

Amigos, si quisiéssedes   un poco esperar,
aún otro miraclo    vos querría contar
que por Sancta María    deñó Dios demostrar,
de cuya lege quiso    con su boca mamar.

Un monge beneíto    fue en una mongía,
el logar no lo leo,  decir no lo sabría,
querié de corazón    bien a Sancta María,
facié a la su statua    el enclín cada día.

Facié a la su statua    el enclín cada día,
fincava los enojos,    dicié: «Ave María».
El abat de la casa  dioli sacristanía,
ca tenielo por cuerdo    e quito de follía.

El enemigo malo,    de Belzebud vicario,
que siempre fue e eslo    de los buenos contrario,
tanto pudió bullir    el sotil aversario
que corrompió al monge,    fizolo fornicario.

[...]

Contolis por su lengua    toda la ledanía,
qué dizién los dïablos    e qué Sancta María
cómo lo quitó Ella    de su podestadía;
si por Ella non fuesse    serié en negro día.

Rendieron a Dios gracias    de buena boluntat,
a la sancta Reïna,    madre de pïadat,
que fizo tal miraclo    por su benignidat,
por qui está más firme    toda la christiandat.

Confessose el monge    e fizo penitenzia,
mejorose de toda    su mala contenencia,
sirvió a la Gloriosa    mientre ovo potencia,
finó cuando Dios quiso    sin mala repindencia,
requïescat in pace    cum divina clemencia.


-Gonzalo de Berceo-

El presente texto es un fragmento de uno de los "milagros" compilados en la obra principal del autor, Milagros de Nuestra Señora, publicada entre 1246 y 1252; fecha en la que las obras pertenecientes al género de los milagros marianos alcanzaron su máxima expresión llegando a aparecer autores especializados en la materia.

La originalidad e importancia de la obra de Gonzalo de Berceo radica en la forma con la que modificó los relatos ya existentes de la Virgen para difundirlos en lengua romance y que llegase a los sectores más populares.


Ilustración de una Virgen orante que vela por el consuelo, perdón y salvación de sus devotos
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