Noche de San Juan: la leyenda de la Encantada.


"En la noche de los tiempos, una joven y bellísima princesa llamada Dulciades, hija del señor de un castillo, es raptada por Draskolín, un príncipe malvado y depravado, hijo de Hastrano, señor de otro castillo vecino. El cruel príncipe da muerte al aya de la princesa que, antes de morir, pronuncia una maldición contra él. Con motivo de esa maldición el príncipe muere en una de sus frecuentes correrías y, como castigo, su padre encierra a la princesa en una mazmorra. Después ordena a la bruja Nasanta que prepare un veneno para matar a la princesa. Cuando se lo ha suministrado, se aparece el aya y empareda a la bruja, aunque no puede evitar que el bebedizo haga parte de su efecto. Sólo consigue que la princesa duerma en un estado letárgico hasta que, una vez al año cada Noche de San Juan, despierte. Esa noche aparece La Encantada, una delicada y bellísima joven de tez clara, peinando su larga y hermosa cabellera con un peine de oro, para regar y cuidar unas flores extrañas que sólo crecen allí. Otras versiones de leyenda añaden que, si la ves y te mira fijamente a los ojos, ocuparás su lugar".


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La Leyenda castellana de la Encantada es un nombre genérico que hace referencia a un conjunto de tradiciones orales y leyendas mitológicas narradas en numerosas localidades españolas. A pesar de que existen múltiples variantes locales, son comunes una serie de elementos: la protagonista (una joven de larga cabellera), el momento temporal (noche de San Juan), manifestación (peinándose) y otros elementos (espejo, peine —generalmente de oro—).

La Encantada está íntimamente relacionada con seres mitológicos como las Lamias, Mouras (mitología gallega), Mari y Mairu (mitología vasca), las Anjanas (mitología cántabra) y las Xanas (mitología asturiana). Unas y otras son versiones diferentes de la misma narración pero adaptadas a entornos culturales particulares. 

El término encantada es bastante habitual en la toponimia y microtoponimia española y, normalmente, designa una aparición. Se considera dicho topónimo como una explicación o adaptación a posteriori del término prerromano *kanto (piedra, orilla pedregosa). Otro paralelismo es que, en dichos lugares, suelen existir yacimientos arqueológicos, por lo que se considera un indicador bastante fiable en la prospección previa.

Muchas veces el topónimo se presenta bajo la forma mora encantada, lo que puede inducir a creer que los yacimientos son de la época de la dominación musulmana. Esto no es cierto, pues muchos de ellos son anteriores​ y ponen de manifiesto una pervivencia de substratos culturales que reflejan la antigüedad y el recuerdo histórico del lugar.​ La explicación a esas supuestas moras (que se trata de una adaptación al castellano del gallego mouras, que designa a las encantadas de Galicia y Portugal) puede estar relacionado con el término prerromano *mor ('túmulo, montón de piedras') y, a su vez, con las morras, poblados típicos del Bronce Manchego. Tampoco está muy lejos, etimológicamente, de estas moras y mouras el nombre de la diosa vasca Mari.


En esencia, la leyenda narra la aparición de una bellísima joven peinando su larga cabellera con un peine de oro, en torno a la Noche de San Juan y en las cercanías de un castillo, cueva u otro paraje natural cargado de fuerte simbolismo. El encuentro con ella puede suscitar un encantamiento del espectador que, generalmente, es un pastor o agricultor.

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La Encantada y la Noche de San Juan: Fecha mágica española por excelencia, pues se dice que las hadas españolas suelen tener especial predilección por la Madrugada de San Juan​ Son un gran número las leyendas, romances, tradiciones y mitos relacionados con el 24 de junio, ante la llegada del solsticio de verano en el hemisferio norte. Es considerada la gran noche del amor, los oráculos, la adivinación y la fertilidad.​ Coincidiendo aproximadamente con la festividad de San Juan, desde tiempos prerromanos se han realizado en España diversas celebraciones en las que el fuego en forma de hogueras o luminarias, juega un importante papel.​ Se ha interpretado que con esta acción se pretendía «dar más fuerza al sol» que, a partir de esos días, iba haciéndose más «débil» (los días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno). El hecho de adscribirse bajo la advocación del Bautista es la muestra de la cristianización última de un rito pagano que parece haber resistido sucesivamente influencias de la religión romana, paleocristiana, musulmana y, nuevamente, cristiana.


*Fuentes: Diccionario de símbolos (Juan Eduardo Cirlot, 2003)
               Leyendas de España (Elvira Menéndez y José María Álvarez, 2002)
               Wikipedia

Lamia (la Encantada) se peina junto al agua. Pintura de Waterhouse
Imagen by wikipedia: Lamia (versión 2) de John William Waterhouse

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