JITANJÁFORAS

Aplicamos el nombre de jitanjáforas a los enunciados lingüísticos constituidos por palabras o expresiones que en su mayor parte son inventadas y carecen de significado por sí mismas. En una obra literaria, su función poética radica en sus valores fónicos, que pueden cobrar sentido en relación con el texto en su conjunto.
Aunque hoy día ocupa ya un lugar merecido en el diccionario de la RAE, el término fue acuñado por Alfonso Reyes en un artículo de 1929. Reyes tomó esta palabra de un poema del poeta cubano Mariano Brull (1891-1956) en el que aparece por primera vez:

Filiflama alabe cundre
ala olalúnea alífera
alveola jitanjáfora
liris salumba salífera.
Olivia oleo olorife
alalai cánfora sandra
milingítara girófora
zumbra ulalindre calandra.


 Mariano Brull


Alfonso Reyes define las jitanjáforas como «Creaciones que no se dirigen a la razón, sino más bien a la sensación y a la fantasía. Las palabras no buscan aquí un fin útil. Juegan solas.»
La jitanjáfora tiene su origen más definido en las parodias del estilo culterano que realizaron Quevedo y Lope de Vega:

¿Qué captas, nocturnal, en tus canciones,
Góngora bobo, con crepusculallas,
si cuando anhelas más garcibolallas
las reptilizas más y subterpones?

Microcosmote Dios de inquiridiones,
y quieres te investiguen por medallas
como priscos, estigmas o antiguallas,
por desitinerar vates tirones.
Tu forasteridad es tan eximia,
que te ha de retractar el que te rumia,
pues ructas viscerable cacoquimia,
farmacofolorando como numia,
si estomacabundancia das tan nimia,
metamorfoseando el arcadumia.

                                                                                                                 Soneto, Francisco de Quevedo


Más adelante os seguiremos sorprendiendo con más jitanjáforas dignas de disfrutar.


Fuente: Cuaderno de notas


Jitanjáforas, inventando palabras para llenarlas de sentido literario.
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